"Toda la familia de mi cuñada murió": el testimonio de una palestina residente en Gran Canaria

Las Palmas de Gran Canaria

"50 personas viven en una casa. Imagínate cómo se puede vivir así. Si sale uno para buscar agua tarda cinco o seis horas", es lo que cuenta Ebtisam, una mujer que vivió hasta 2016 en la ciudad cisjordana de Nablús. Precisamente buscar agua fue lo que salvó al único miembro de la familia de su cuñada que vivía en Gaza. "Toda la familia de mi cuñada murió, sólo se salvó uno que fue a buscar agua. Cuando volvió a su casa, no había nada, todos muertos, eran seis personas", se lamenta esta mujer de 41 años que reside desde entonces en Gran Canaria. El único superviviente de esa familia huyó al sur de Gaza como lo hicieron miles de residentes de esa ciudad que se han visto forzados por la invasión israelí. Sus tíos y primos viven en la franja, un territorio del tamañan de la isla de La Gomera con más de dos millones de habitantes. A veces pasan días sin saber nada de ellos. No hay internet, tampoco luz ni agua, mientras los bombardeos son implacables.

El pasado 7 de octubre el mundo se sobresaltó con el inesperado ataque masivo en territorio israelí de unos 3.000 milicianos de Hamás que masacraron a unas 1.200 personas y secuestraron a otras 240. Desde entonces, las fuerzas aéreas, navales y terrestres de Israel atacan sin tregua la Franja de Gaza, dejando más de 13.300 muertos, de los que 5.500 son menores.

No hay lugares seguros

No hay lugares seguros, ni siquiera lo son los centros sanitarios. Israel ha destruido 25 hospitales y 52 centros de salud quedaron fuera de servicio en toda la franja. Entre los afectados está el complejo hospitalario Al Shifa, asaltado recinemtene por soldados israelíes en busca de milicianos de Hamás. Entre los miles de civiles que se encuentran en ese recinto, muchos para refugiarse del asedio del ejércitio israelí se encuentra una amiga de Ebtisam. "Tenía que tomar tres pastillas al día y ahora no puede. Está enferma. No podemos hacer nada desde aquí", se lamentó. Y es que el Gobierno de Israel domina y controla la vida de los palestinos. Ahora es imposible ayudas a estas personas desde el exterior, sólo pueden comprar tarjetas prepago de internet, les pasan las claves por whatsapp para burlar los rígidos controles. Poco más pueden hacer los familiares que viven en la diáspora para ayudar a los palestinos.

A Ebtisam le fue imposible continuar con la entrevista tras ser preguntada por cómo vive desde la distancia la situación en la que se encuentran sus familiares. Su marido, Mansur, de 55 años es canario, descendiente de palestino. Cuenta que la situación también ha empeorado en Cisjordania un territorio plagado de asentamientos judíos construidos en territorio palestino. Según asegura, las fuerzas israelíes entraron hace dos semanas por la fuerza a la casa del hermano de su mujer, echaron a todos, y a punta de pistola los metieron a todos en una sóla habitación hasta el día siguiente. "Hace dos semanas entraron en la casa del hermano y el vecino. A todos los arrinconaron en una habitación y les dijeron, a punta de pistola, que no salieron hasta el día siguiente por la mañana", relató.

Una convivencia difícil

Es el día a día de muchos palestinos, una situación que vienen sufriendo desde hace 75 años. De hecho, el cuñado de Mansur que llegó a ser guardaespaldas del exlíder de la Autoridad Palestina, el carismático, Yasir Arafat, fue asesinado en 2002 al estallar un bomba. "Estaba en el ejército porque allí tienes pocas posibilidades de supervivencia, aunque hayas estudiado, allí hacen todo lo posible para que nos prosperes", afirmó.

Es muy difícil la convivencia, según dice, cuando el Gobierno de Israel hace todo lo posible para que los palestinos no prosperen, a los que se les arrebata sus tierras, viviendas e incluso mueren a manos de los colonos ultraortodoxos que viven en colonias en el interior de Cisjordania, y todo eso con total impunidad.

Desde 1930 llegaron a Canarias familias enteras de palestinos buscando un futuro mejor. Desde entonces, centenares de descendientes viven en las islas con la mirada puesta en un conflicto que se recrudece con el paso de los años.