El Mallorca ganó en el Heliodoro con un gol en la prórroga. / RCDM
Crueldad máxima
El CD Tenerife se despide de la Copa con un gol del Mallorca en el minuto 120. El partido ya se iba a los penaltis cuando el mallorquinista Larin batió a Tomeu Nadal.
Santa Cruz de Tenerife
Una cita con la historia. El CD Tenerife tenía por delante una magnífica ocasión para disputar unos cuartos de final de Copa del Rey, hecho que no conseguía desde 1996 el representativo. Delante, un Mallorca que también sabía que medirse a un rival de inferior categoría le daba motivos para hacerse a la idea de avanzar en este torneo. Garitano dispuso una alineación con tres centrales y dos carrileros aunque, cuando el balón era blanquiazul Sergio avanzaba hasta el medio y cuando tocaba defender se incrustaba entre José León y Nikola Sipcic. Con Aitor Sanz, Roberto y Teto en el centro del campo, le tocaba a Enric Gallego pelearse con la defensa balear. Por su parte el Mallorca saltó con su unidad B pero enseñando sus credenciales de equipo de Primera desde el inicio del partido, siendo agresivo en la presión e intentando marcar territorio muy pronto. No obstante, la primera ocasión fue local con un tiro ajustado al palo de la portería de Greich por parte de Enric Gallego. El paso de los minutos trajo más equilibrio y el Tenerife fue capaz de quitarse los miedos y las dudas iniciales y pudo tener más aire para combinar y lanzar varios ataques que jalearon a la afición y dieron confianza a los futbolistas. La velocidad del Mallorca era su principal arma con Llabrés y Amath principalmente y con Abdón Prats amenazando siempre en el área. A los tinerfeños no les iba bien el intercambio de golpes y lo que buscaba era tener menos pérdidas para minimizar riesgos. Otra aparición en el área bermellona situó a Sergio cerca de marcar con un remate a bocajarro y reafirmando que estaba compitiendo muy bien ante un oponente ordenado y con las ideas claras. El 0-0 al descanso era, no solo justo, sino sinónimo de lo igualado que estaba el partido y lo difícil de pronosticar lo que podía suceder.
Tomeu Nadal tuvo que emplearse a fondo durante el partido. / San Acosta
Tomeu Nadal tuvo que emplearse a fondo durante el partido. / San Acosta
Todo por decidir
En una eliminatoria a partido único lo cierto es que ninguno de los dos equipos quería cometer errores y se apreció desde el comienzo de la segunda parte. Tres cambios ordenó Aguirre al poco de arrancar el segundo acto y Dani Rodríguez, Raíllo y Lato, titulares habituales, entraron al verde. Pero el desarrollo del partido iba enlenteciéndose lo que no disgustaba al Tenerife, que invitaba al Mallorca a meter más ritmo y los baleares no entraban al trapo. Estaba dilatando los cambios Garitano y apuró casi hasta el minuto 60 con la inclusión, en primer lugar, de Rahmani, y poco después de Bodiger y Luismi Cruz ante un Mallorca que agotó los cambios a la espera de una posible prórroga y la expectación de los 20.100 espectadores que acudieron al estadio. Con el desgaste lógico de un partido muy disputado, Álvaro Jiménez y Loic fueron los últimos cambios antes de agotar el tiempo reglamentario y con las últimas sacudidas de un Real Mallorca que no quería alargar el juego. Sin embargo, nadie pudo cambiar el curso de choque y el 0-0 condujo a los 30 más de prórroga.
No va más
Con las piernas muy pesadas, la consigna para ese tramo extra de partido era proteger y buscar cualquier resquicio ofensivo para intentar sorprender a un rival que no había cometido ni un solo error en toda la noche. Pocas llegadas, mucha concentración y cada minuto que pasaba era un sufrimiento para la grada y gramos de energía que se iban agotando para los jugadores. Una acción a balón parado pudo adelantar al equipo de Aguirre pero Tomeu Nadal. muy atento, desvió a saque de esquina, un Nadal que tuvo que emplearse a fondo en el minuto 110 para despejar en una parada espectacular el golpeo duro y lejano de Dani Rodríguez. El reloj ya iba encaminado a su minuto 120 y apuntando a los penaltis. Pero el destino le tenía guardada una mala jugada al CD Tenerife con el gol de Larin en la última jugada del partido y la crueldad para un equipo que no se mereció acabar así. Pese a todo, aplausos para los blanquiazules que decían adiós a la Copa con honor pero con dolor por el momento que fue.




