Sobre la foto de Clavijo con el Papa
Al Papa Francisco ahora quiere verlo todo el mundo, como si fuera Madonna o Michael Jackson, una estrella pop. Hasta quiere verlo Milei, que después de ponerle en campaña mismamente a los pies de los caballos, ha descubierto ahora que es muy devoto de Su Santidad (otro milagro franciscano, el de la conversión espiritual de Milei). Y quiere verlo la vice Yolanda, y hasta repetir, porque la vice se lo pasa pipa con mantilla, desconcertando con esa y otras glamurosas sorpresas al personal piojoso de Podemos.
Quiso verlo incluso Fernando Clavijo, que yo creí que lo de no perderse una sola procesión del Cristo era por ser lagunero, no por ser beato. Y Clavijo se fue a Roma (también por segunda vez, la primera hace cinco años le regaló la Historia de Canarias de Viera) con Manuel Domínguez, a contarle al Papa que los africanos no sólo ahogan sus vidas camino de Lampedusa, también en la ruta del Atlántico. Le llevó Clavijo a Francisco dos emotivas cartas de emigrantes, una de ellas firmada colectivamente por un centenar de niños, además de una primorosa reproducción en imitación japonesa de pergamino, de la bula Pastor Bonus, promulgada por Pío II en defensa de los aborígenes (y de los intereses de la Iglesia) treinta años antes de la conquista de Granada por sus católicas majestades.
En estas cosas es la foto lo que cuenta. Y en eso el viaje dio para bien poco: en la tele sólo sacaron a Clavijo en un cromito de móvil. Cuando fue a ver a Francisco el entonces presidente Torres, la tele (que es la misma tele) propagandeó hasta el aturdimiento el viaje, en el que Torres iba además de comparsa. Se coló en un visiteo del CD Tenerife, que fue Paulino a pedirle a Francisco el milagro de la multiplicación de los bonus y los goles.




