Lejos del piche de la calle

El notable incremento, también en Canarias, de las agresiones sufridas por el personal sanitario durante el pasado año, certifica la amnesia de aquella población, que en las tardes de confinamiento se asomaba a ventanas y balcones para aplaudir a los entonces denominados “héroes sin capas” y que además, durante tanto tiempo, lucharon sin medios cara a cara contra el virus que generó una pandemia de la que, al igual que del pueblo de las primeras líneas del Quijote, ya nadie quiere acordarse.

Domesticada la pandemia, esta sociedad de la que algunos visionarios dijeron que saldríamos mejores personas, anda tan crispada, que ha cambiado los añejos clubs de boxeo de nuestros barrios por centros de salud, urgencias y hospitales en los que desahoga tanta mala lecha acumulada y que le resulta difícil de contener.

El saco de golpes oscuro ha sido sustituido por las batas blancas, los ropajes verdes de quirófano y todo elemento susceptible de convertirse en punto de descarga de la ira de los alterados puertas adentro de las paredes sanitarias.

Al margen del alcance de las penas establecidas en la legislación vigente, el aumento progresivo de las agresiones sufridas por el personal sanitario, obligan sin dilación alguna al endurecimiento de las mismas. Tarea nada dificultosa para una clase política como la española dotada de tal capacidad para parir leyes al mismo nivel de la reproductiva de los conejos.

Los datos conocidos en la jornada de ayer son inaceptables e intolerables. Cifras violentas que coincidieron en el tiempo con la afirmación de la señora Ayuso de que daba igual donde estuvieran los ancianos que murieron abandonados en sus centros sin ser trasladados a los hospitales, porque si estás condenado a entregar la cuchara, resulta indistinto que te mueras dejado de la mano de Dios, nunca mejor dicho, en un centro sociosanitario o que la palmes atendido en un hospital.

Miles de ancianos muertos en la comunidad cuna de la capital del reino, y ni atisbo de arrepentimiento o remordimiento ante una eutanasia agónica y dolorosa decretada en confortables despachos de sillones de cuero y mullidas moquetas.

De esta saldremos mejores personas dijeron los iluminatis que viven alejados de la realidad en sus torres de marfil y a los que el piche de la calle les resulta un mundo inescrutable.

Por último, permítanme concluir este alegato reproduciendo la frase de la Ministra Teresa Ribero que en estos pagos afirmó: "La Geotermia tendrá acento canario”... Lo que equivale a un “Chacho, mira si eso esta caliente ahí”.

Hasta las páginas web de tanto collar, espejitos y otras bagatelas para la parroquia de estos peñascos”.

Viernes 16 de Febrero. Buenos días, La Palma. Buenos días, Tenerife.