Sobre las inversiones energéticas
Fernando Clavijo y la ministra Teresa Ribera, se vieron ayer y hablaron de descarbonización y otras yerbas similares. Ribera ha dicho que la de las islas estará liquidada en 2040, es decir, cuando ella no sólo no esté gobernando, sino que el personal no recuerde ni quien era. La ministra estaba ayer rumbosa y repartió además megavatios por las islas como un rey mago reparte caramelos
Las promesas sobre grandes inversiones energéticas en Canarias nos acompañan desde hace más de treinta años. Pero hace veinte que no se cambia un tornillo de nuestros seis sistemas eléctricos, especialmente para dotarlos de mayor capacidad de producción. En Tenerife seguimos purgando el error de Vilaflor, donde los pinos no nos dejaron ver el bosque, y lo que había que hacer quedó a expensas de ser recibido con aplausos por todo el mundo. Algo que nunca pasó, nuestros ‘no a todo’ son tenaces y duros de pelar. Desde entonces, Tenerife soporta un sistema de distribución eléctrica que parece diseñado para espantar al personal. Una red sobrecargada hasta el límite, varios intentos de implantar el gas que no llegaron a ninguna parte, y el atentado al paisaje de las enormes torretas rojiblancas que custodian como comparsas la autopista del Sur en sus últimos tramos. Son la herencia combinada de las protestas de Vilaflor y el desastre del Delta, cuando cayeron una detrás de otra hasta cuatro docenas de obsoletas torres de Unelco, como cae un castillo de naipes.
Ahora viene una ministra tan agradable y nos dice que el ministerio se va a poner las pilas, y que va a trabajar codo con codo con el Gobierno de Canarias para reducir “de forma muy importante” la importación de combustible, mientras se garantiza la cobertura del suministro a las islas. Paparruchas. El contador está en marcha desde hace treinta años y esta región –que fue en su día pionera en el uso de energías renovables, tanto eólica como solar- está hoy a la cola, como en casi todo.




