Sobre noticias y censuras
La dimisión que no llegó a producirse era –sin duda alguna- la noticia del martes: el ex ministro Ábalos haciendo pucheros en su despedida del grupo socialista y jurando defender su honradez hasta las últimas consecuencias. Miedito da. Pero todo va deprisa: apenas un par de horas después, a una hora tan británica como la del té, comenzó a saberse que Miguel Ángel Ramírez y tres empleados suyos, entre otros el ex diputado Lucas Bravo de Laguna, eran demandados por la Fiscalía por evasión de impuestos, después de tres ventas al Servicio Canario de Salud de mascarillas, por un importe total de 23 millones de euros. Muchos millones en mascarillas problemáticas. Y éste resultaba ser el tercer caso en el que la venta de tapabocas al Gobierno del Pacto de las flores acababa en los tribunales. Era sin duda una noticia regional de importancia, y más aún cuando la confirmación de la querella contra Ramírez por no pagar sus impuestos -difundida inicialmente por Radio Club y Efe- se producía el día antes de que el ex presidente Torres, ministro sanchistahoy, compareciera ante el Congreso para dar explicaciones sobre las compras a la empresa que pagaba a Koldo.
Lo importante ayer era la noticia que ese extraordinario periodista que es Javier Rodríguez escribió para la radio y yo decidí colar vicariamente en Conecta Canarias, en la tele: el tercer caso mascarillas. El desliz de mi compañera Helena San Pedro o el error –si es que lo fue- del director del programa, es bastante irrelevante, y su crítica, puro exceso, desmesura y ruido, pasto de tuit, histeria inquisitorial y desatada de una sociedad digital cada vez más necesitada de sentirse víctima, cada vez más inconsciente de vivir instalada en trincheras. La sorpresa ha sido descubrir a las mismas voces, la mayoría anónimas, que hace dos años pedían mi cabeza con acusaciones que los tribunales han sentenciado como falsas, y que ahora han convertido una metedura de pata es un asunto de alcance nacional y a mí en mártir de la libertad de expresión porque tuve que callarme.
Pues hablo ahora.
Y lo que digo es que la noticia de ayer era la otra.




