Fatiga democrática
La madrugada radiofónica exige correr con el pie pisando a fondo el acelerador. Pese a todo, al margen de las noticias novedosas, intento leer la opinión de algunos compañeros articulistas en los periódicos, pero hoy el apremio informativo me resulta mayor que en otras ocasiones por la diversidad de las noticias, muchas de las cuales tienen como punto común de encuentro tramas de corrupción y comportamientos ilícitos. Todo ello produce que solo pudiera leer las cuatro primeras líneas del admirado Millás. El admirado y versátil compañero habla de las almohadas y sus voces, y por ahí me dio por pensar en las almohadas de toda esta gentuza que nos tiene el estómago democrático revuelto y a punto de vomitar. ¿Qué les dirán? me pregunto, las almohadas a esta caterva de personajes putrefactos que deambulan por los diversos escenarios de la política española.
¿Les susurrarán que estén tranquilos? ¿Les invitarán a dar vueltas sin parar en la cama por la que se les avecina? ¿Les preguntarán por qué no dicen la verdad de una puñetera vez y se dejan de marear absurdamente la verdad? O tal vez, ¿les instan a poner punto final a todos estos regates mentirosos y así acabar con una situación que les corroe y también a sus familiares y verdaderos amigos que no compadres en el mamoneo? Mi almohada no me deja dormir bien porque me amenaza con el despertador que me hará encontrarme con el conocimiento de nuevos capítulos truculentos que son ataques a la línea de flotación de la democracia. Toda esta bazofia, con verdades y mentiras dilatorias, insisto, me producen nauseas y fatiga democrática.
Y es que ya sea en la larga distancia de los mamoneos estatales y consiguientes amenazas de sombrías hijuelas en Canarias, o en la pueblerina prevaricación por enchufar en una empresa municipal a quien Cupido te mandó temporalmente, la revoltura de mondongo que sufro me resulta de imposible superación. ¿Dónde quedó la honradez? ¿Qué fue de la determinante voluntad de servicio público? ¿Dónde quedaron los ideales?
¿Por qué sustituiste el poster del admirado líder por una fotografía enorme de Alí Babá? La democracia, nuestra democracia, debe aprender de los perros, que cuando se encuentran indispuestos se purgan a base de comer hierba. Esto se ha vuelto irrespirable otra vez, y encima en la distancia más lejana, Israel masacra a un centenar de personas que hacían colas para conseguir algo que llevarse a la boca. Mi almohada me amenaza con un nuevo día de disgustos, y mientras tanto, tantos golfos y golfas siguen durmiendo plácidamente. No tienen camas de clavos como los fakires. Viernes uno de marzo.




