Opinión

Sobre la devolución de la momia de Erques

El Parlamento de Canarias decidió solicitar este miércoles pasado la devolución a las islas de la momia guanche de Erques, que se encuentra actualmente en el Museo Arqueológico de Madrid. Fue Ana Oramas la que planteó la propuesta de la que ha surgido el acuerdo para que vuelva a Tenerife la momia del Museo Arqueológico Nacional. La propuesta de Oramas se produce a raíz de unas declaraciones del ministro de Cultura, Ernest Urtasun, que volvieron a abrir el debate sobre la “descolonización de los museos”.

Se trata, es sabido, de un asunto peliagudo. Citando al escritor británico L. P. Hartley “el pasado es un país extranjero”, y las interpretaciones sobre cómo afrontar su legado parecen enfrentar dos concepciones diferentes: el anticolonialismo de Urtasun, que ya veremos a donde lleva, y la de los anteriores responsables del ministerio, mucho menos dados a soltar prenda. El ministro Iceta, que precedió al actual en el cargo, fue categórico al afirmar hace dos años que ninguna de las obras expuestas en los museos nacionales se compró jamás de forma no legítima, y negó categóricamente que en Cultura se contara con un grupo de trabajo o departamento revisando el asunto.

De hecho, la petición de Oramas lleva casi cincuenta años planteándose con escaso éxito. El Gobierno de España se ha negado a devolver los restos originales hasta en siete ocasiones, incluso existiendo una recomendación expresa del Congreso, aprobada como proposición no de ley a iniciativa de Ana Oramas, que jamás prosperó. Fue en tiempos de Zapatero, y el PSOE votó en contra de la devolución, que sí fue apoyada por medio Congreso, incluyendo al PP de Rajoy. La explicación del voto en contra del PSOE se le encomendó a un diputado socialista canario que haría carrera después: Ángel Víctor Torres. Sus argumentos no fueron demasiado ocurrentes, insistió en lo de los riesgos irreparables a los que se exponían los restos de Erques en su traslado. El Congreso aprobó la propuesta, como el miércoles el Parlamento, y el Gobierno de Zapatero se pasó lo aprobado por la muy madrileña Puerta de Alcalá.

El debate sobre la devolución sigue abierto.