Opinión

Sobre el suicidio

EL ENFOQUE 18 ABRIL

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La diputada Vidina Espino desveló la gravedad y extensión del problema de la salud mental en las islas. Fue en la comisión de Sanidad del Parlamento celebrada el pasado martes, donde pidió que la administración regional contemple recursos para combatir una situación que nos convierte en la tercera comunidad con mayor porcentaje de personas que optan por acabar con su vida. El suicidio es la manifestación más peligrosa de la enfermedad mental. Y en eso –como en tantísimas otras cosas- Canarias también encabeza la lista de récords negativos. Con casi 3.000 suicidios en los últimos 15 años, desde 2007 a 2022, Canarias es la tercera región española con más porcentaje de personas que se quitan la vida, según los datos del INE. Desde el año 2019, la Sanidad regional cuenta con un programa para la prevención de la conducta suicida, pero no parece estar funcionando demasiado bien, o quizá cada vez haya más gente cansada de vivir, porque los suicidios no han disminuido desde entonces, sino que aumentan considerablemente. Sin duda, algo tiene que ver con esto el triste impacto de la pandemia, el confinamiento y la percepción instalada durante el encierro, en la consciencia de miles de personas, sobre la fragilidad de la existencia. El desastre vital, emocional y económico que supuso el confinamiento para decenas de miles de canarios puede explicar el crecimiento de los suicidios. En 2020 se suicidaron en las islas 208 personas, y el año siguiente hubo 230 muertes. En 2022, el número de suicidios bajó un poco, hasta 223 personas, y veinte de ellas tenían menos de 30 años. Cada tres días, hay dos personas de Canarias que deciden quitarse la vida…

Tres mil casos de suicidio en quince años es una cifra espantosa, horrenda, inaguantable, sobrecogedora. Refleja la profundidad de la miseria y la amargura en la vida cotidiana de nuestras sociedades. Obsesionados con el éxito, el consumo y la satisfacción inmediata de nuestras necesidades de todo tipo, el mundo desarrollado se ha convertido en una suerte de cocina donde se guisan la frustración y el miedo con la ansiedad, las adicciones y la desesperanza. Y nada indica que vayamos en la dirección correcta.