Opinión

Sobre la silla de Tarife

EL ENFOQUE 24 MAYO

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No se si referirme a Tarife como concejal o vicealcalde. A veces ejerce de y a veces como. Lo cierto es que en esta ocasión ha tenido la prudencia de no subirse a la parra ni a la silla esa, convirtiendo en apenas unos días el asunto en el de mayor enjundia en las conversaciones del vecindario. El concejal pepero ha logrado con apenas esfuerzo convertir su silla en cuestión de debate (o al menos jolgorio y cotilleo) en el Monipodio chicharrero y en el centro de una improvisada campaña sobre lo cochinos que somos.

Confieso que los primeros acordes del asunto me parecieron lisa y llanamente una boutade populista de escaso interés y nula eficacia para lograr el objetivo propuesto, que yo pesé inocentemente era lograr que los vecinos no diseminaran su basura por las esquinas de la capital. Me equivoqué. Después de dos días, el asunto de la silla de Tarife ha dado la vuelta al municipio y se ha ganado un lugar en el podio de las ocurrencias de esta legislatura plagada de hipervitaminadas ocurrencias. Cierto que no es lo mismo que una reflexión enamorada de cinco días o un “me gusta la fruta”, pero la silla de Tarife ha venido para instalarse en el imaginario popular, al menos el tiempo que duren las incursiones de nuestro edil por los barrios.

Tarife puede aprovechar su viaje con silla a las profundidades de la ciudad liminar para contar cuantas moscas, cucarachas y ratas caben en un basurero a cielo abierto, y apuntar las cosas que hay que cambiar, para que Valoriza cumpla con la introducción del sistema de recogida selectiva de residuos orgánicos, con el quinto contenedor que aún brilla por su ausencia, y que ayudó a ganar la licitación a Urbaser, o con otros asuntos de aquél pliego cuestionado primero y bendecido después por el grupo socialista, que incluía la sustitución de 6.000 contenedores en toda la ciudad, la incorporación en todas las rutas de nuevos vehículos silenciosos, o el plan especial de limpieza en la Zona de Gran Afluencia Turística. Yo diría que si esto va de verdad en serio, el concejal que quiere ser califa en lugar del califa Bermúdez, tiene silla para rato.

 
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