Tramas conocidas y 'freelance' para fletar cayucos y pateras
La Fiscalía de trata de personas de Canarias advierte un repunte en casos desde Latinoamérica
Teseida García, fiscal delegada de trata de personas
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Las Palmas de Gran Canaria
La Fiscalía de trata de personas y extranjería de Canarias señala que se han reducido el número de procedimientos por inmigración irregular pero son cada vez más complejos. Ven como ha aumentado el número de casos determinación de la edad de menores extranjeros no acompañados,, que este año siguen subiendo y es previsible que se superen los del año pasado en las dos provincias canarias, ya que se están haciendo más y mejores cribados que determinan la edad. según la fiscal Teseida García.
Asegura que están acotando la investigación a casos donde realmente se puedan desmantelar organizaciones criminales que trafican con personas en el continente africano. Muchas de esas organizaciones están localizadas y saben quiénes son sus principales organizadores, aunque García matiza que son cambiantes y en números no son muchas. Serían personas que se dedican a fletar pateras o cayucos y son siempre las mismas. Además hay personas que van por libre, 'freelance', que recogen el dinero de las personas que viajan en las embarcaciones, aunque en muchos casos esos organizadores de las expediciones finalmente se someten a los responsables de las tramas que tienen el poder de, por ejemplo, tener los lugares donde se quedan los inmigrantes a la espera de la salida de las embarcaciones. la fiscal dice que los tienen localizados y con procedimientos iniciados, al menos en lo que se investiga en la provincia de Las Palmas.
Repunte de casos de trata desde Latinoamérica
Teseida García señala que hasta ahora no se han detectado redes de trata vinculados con los conflictos bélicos en Ucrania o en Oriente Medio, con la intervención de Israel en la franja de Gaza, Cisjordania o el Líbano. Sin embargo hay un repunte en la trata de personas desde Latinoamérica, pero no con una violencia extrema, como se ha difundido el estereotipo de esos casos, pero sí con una violencia más sutil, más difícil de presentar los casos ante los tribunales. Son situaciones que se dan con fines de explotación sexual. Se trataría de casos de violencia psicológica, con amenazas, aprovechando la situación de vulnerabilidad de la víctima para explotarla. La fiscal detalla que hay que explicar a los tribunales las situaciones que cada persona vive en su país lo que le convierte en objeto de ese tráfico.
Un caso en Lanzarote
La semana pasada la Policía Nacional liberaba a once mujeres obligadas a prostituirse en Lanzarote tras haber sido captadas con falsas ofertas de trabajo en sus países de origen, Colombia y Venezuela sobre todo, en una operación en que detenía a seis personas acusadas de integrar una organización criminal asentada en la isla. Las víctimas vivían hacinadas en habitaciones sin puertas ni ventanas y eran forzadas a prestar servicios sexuales a fin de saldar una deuda con quienes las sometían que no paraba crecer. Y ello porque al precio que les exigían los detenidos por costear su viaje hasta Lanzarote y su estancia se iban sumando multas de 20 o 40 euros que les imponían con diferentes excusas, llegando a alcanzar cifras de hasta 10.000 euros.
La Policía añadía que los detenidos "las obligaban a estar disponibles las 24 horas del día, sin poder rechazar ningún servicio, y a consumir drogas en el caso de que se les requiriera, todo ello bajo graves amenazas físicas hacia a ellas y sus familiares". Además "se quedaban con el 40 % de los ingresos generados por las mujeres, aunque realmente estas no recibían cantidad alguna hasta que no saldaban la deuda contraída". La denuncia de dos de las víctimas llevó a investigar a la organización, que contaba con colaboradores en América Latina que encargaban de localizar mujeres en situación de penuria económica a las que hacían falsas ofertas de trabajo en España como empleadas del hogar o para transmisiones eróticas por internet, pero asegurando que serían sin contacto físico. Sin embargo, ya en Lanzarote, las trasladaban a las mujeres a un piso de la capital de la isla, Arrecife, donde eran informadas de que habían adquirido una deuda que debían saldar ejerciendo la prostitución allí mismo, donde también vivían y lo hacían "en condiciones indignas, hacinadas en literas" y sin ventanas.