Sobre la peregrinación de Clavijo en el Congreso
El senador Sergio Ramos denunció ayer la paradoja de que Torres se dedique al peregrinaje con Clavijo por los grupos parlamentarios, mientras el PSOE se opone en el Senado a la enmienda presentada por el PP, negándose a la declaración de emergencia en materia migratoria. También el senador de Coalición, Pedro San Ginés, ha pedido que el PSOE apoye la declaración de emergencia, para poder acceder al uso de las instalaciones militares reiteradamente solicitadas por el Gobierno de Canarias, y a cuya cesión se opone tajantemente Defensa. Cuando haya miles de críos tirados por las calles de los pueblos y ciudades de las islas, a lo mejor lo reconsideran. En fin.
Así, mientras en el Senado el PSOE se cierra en banda, Clavijo y Torres siguen intentando convencer a los grupos parlamentarios y lograr su apoyo para una modificación propuesta por el Gobierno Sánchez sin consultarla ni con la oposición ni con sus socios. Clavijo es un tipo optimista y está convencido de que todo le va a salir bien, pero lo cierto es que el PSOE sigue sin presentar ficha financiera, y el anteproyecto se limita a reiterar que habrá “recursos suficientes”. ¿Suficientes a juicio de quién?, hay que preguntarse. Y también habría que preguntarse qué impide al PSOE aclarar definitivamente si la modificación se hará por la vía rápida –decreto- o por la lenta –proposición de Ley-, y si los socios que apoyan al Gobierno apoyaran también al Gobierno en la propuesta. Porque después de dos días de paseo por los pasillos del Congreso, aunque se han producido buenas palabras y muchas sonrisas y tal, nadie ha aclarado definitivamente si sí o si no. Todos se guardan el as definitivo en la manga, a la espera de que haya acuerdo región a región, que es de lo que nadie parece estarse ocupando. Clavijo y Torres han hecho una apuesta personal en este asunto. Si al final se aprueba una norma legal con ficha financiera que ampare el traslado, todo el mundo (menos Vox, supongo) aplaudirá su esfuerzo. Pero si no ocurre así, nadie entenderá que dos canarios –uno presidente del Gobierno y otro ministro- hayan tenido que entrar a negociar directamente algo que debería estar negociando el Gobierno de la Nación.




