Canarios en el epicentro del 11S de Nueva York
Isleños residentes en la Gran Manzana y equipos de rescate enviados desde Canarias relataban cómo se vivía el shock post-atentado
ARCHIVO ENTREVISTA CLAVIJO EN LAS TORRES GEMELAS 20 SEPTIEMBRE 2001
Las Palmas de Gran Canaria
Las imágenes de las Torres Gemelas ardiendo tras recibir el impacto de dos aviones marcan el inicio del Siglo XXI. Entre otras razones porque se pudieron vivir en todo el planeta en directo. En Canarias no eran las dos de la tarde cuando la noticia interrumpía las programaciones de televisión y radio. Cuando cayeron los dos edificios y se comprobó que se trataba de un atentado comenzaron las reacciones. El presidente del gobierno canario era Román Rodríguez que transmitía su pésame y solidaridad a la embajada en España de Estados Unidos, a la vez que se comprobaba con el paso de las horas que no había ningún ciudadano canario en el World Trade Center: todos los canarios residentes en Nueva York estaban bien.
Uno de ellos era José Guerra Cabrera. Trabajaba en un rascacielos de la calle 42 con la avenida Lexington, al norte de Manhattan, y al día siguiente, el 12 de septiembre, relataba la experiencia en la SER en Canarias. Desde su oficina vio las Torres ardiendo, como caía una de ellas y fue evacuado cuando dieron el aviso de abandonar todos los edificios altos de la ciudad, por temor a más ataques. Junto a sus compañeros buscaron refugio, sin transporte público, en un lugar seguro. Las comunicaciones habían caído y hablar con Canarias tras salir era casi imposible. Aseguraba que "no había pánico en la calle, sino mucha preocupación. Parecía todo una película, muy surrealista"
Poco después un equipo de técnicos canarios acudieron a trabajar en las tareas de desescombro. El 20 de septiembre Fernando Clavijo, jefe de operaciones en la Dirección de seguridad y emergencias del Gobierno canario, todavía desde Nueva York, relataba las tareas de rescate que continuaban en los restos , en la llamada Zona Cero. Explicaba como había unos espacios prohibidos incluso para los profesionales ya que se consideraban de Seguridad Nacional por las autoridades norteamericanas, y que ellos entraban en las partes ya revisadas donde no habían supervivientes bajo los escombros ni fuego o humo tóxico. Resaltaba como se habían desplazado bomberos de todo el país y desde el exterior, con cifras llamativas: 4500 camiones se llevaban los escombros a otro lugar. "Los perros de rastreo no pueden intervenir porque hay todavía fuego y humos en algunas zonas, y además un fuerte olor que les afecta a su olfato. En Canarias no creo que tengamos este tipo de riesgo, un atentado terrorista como éste, pero el archipiélago está reforzando su seguridad".
Las consecuencias para las islas se vivieron con el paso de los meses. El sector turístico, como cada vez que hay una crisis de este tipo, se benefició de los que se desviaban de destinos considerados poco seguros en el norte de África, Oriente Medio incluso de Estados Unidos. El cierre del espacio aéreo en algunas zonas, las operaciones militares en Afganistán e Irak, trajeron medidas de seguridad añadidas en aeropuertos y aviones, algunas que todavía se mantienen como las puertas de seguridad en las cabinas de las aeronaves o el límite de líquidos u objetos 'peligrosos' en los equipajes de mano.