Sobre el reconocimiento de Edmundo González
EL ENFOQUE 12 SEPTIEMBRE
El Gobierno Sánchez volvió a perder ayer una votación parlamentaria, esta vez de alto valor simbólico: el reconocimiento de Edmundo González como presidente electo de Venezuela, legitimado por una victoria aplastante en las elecciones presidenciales venezolanas, una victoria reconocida ya por la mayoría de las organizaciones internacionales, frente al fraude masivo de Maduro, al que defienden únicamente algunas dictaduras de izquierda y socios autoritarios del chavismo, como Rusia.
El voto contrario al reconocimiento como ganador de las elecciones del líder opositor por el PSOE marca un antes y un después en la decadencia democrática del que fuera el mayor partido del país. Los socialistas han optado por escudarse en la inexistencia de una posición común europea (no tuvieron tantos reparos cuando Sánchez se pasó la posición europea sobre el Sahara por el mismísimo refajo) para votar contra el reconocimiento presidencial de Edmundo González, atrincherándose en una posición indefendible, pidiendo además avalar el siniestro comportamiento de Rodríguez Zapatero en todo este drama. Resulta patético contemplar cómo hasta el último diputado socialista elegido en Canarias, una región con vínculos especialísimos con Venezuela, en las que se han refugiado miles de exiliados del régimen madurista, todos ellos han preferido amoldarse a la posición oficial del PSOE nacional antes que asumir una penalización de 600 euros por no mantener la disciplina de voto.
El único socialista que ha desobedecido las instrucciones de una dirección sin olfato, ha sido José Luis Ábalos. Es cierto que su voto no cambia demasiado la matemática parlamentaria, pero supone otra muesca más, otro episodio del desgaste político de Sánchez.