Opinión

Sobre la situación del pleito migratorio

EL ENFOQUE 18 SEPTIEMBRE

01:54

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El PSOE ha anunciado que convocará al PP para intentar desatascar la crisis de la emigración. Parece que se les apareció la Virgen, pero no. Yo creo que esta vez no ha sido cosa de vírgenes ni de santos, sino más bien fruto de los esfuerzos y el derroche de paciencia y saliva de nuestro director general de Emigración, ese señor hiperactivo que en sus ratos libres ejerce algunas veces de presidente del Gobierno regional.

Ayer, tras verse con Fernando Clavijo en la interministerial por la mañana, el ministro Torres, anunció dos cosas: una, arena, que el Gobierno iniciaba ayer mismo el trámite para llevar al Constitucional el protocolo canario de atención a menores migrantes. Y la otra, esta de cal, que en los próximos días el PSOE se reunirá de nuevo con el PP para intentar desbloquear la reforma del artículo 35 de la Ley de Extranjería.

Y digo yo que enunciado así, mal empieza el asunto: de lo que se trata no es de resolver el cambio en la ley, sino de resolver el problema. Tras el bloqueo en el debate de la reforma de la ley, Canarias fue dejada absolutamente de lado, hasta que se anunció la decisión de no asumir la tutela de más menores no identificados. La primera reacción fue la del Ministerio de Juventud e Infancia, que envió a la Fiscalía del Estado –ya saben de quien depende, ejem- un informe asegurando que el protocolo aprobado por Canarias puede vulnerar gravemente los derechos fundamentales de la infancia en España. Después de un mes entero instalados en el mantra de responsabilizar al PP de haber bloqueado la ley –responsabilidad que la oposición compartiría en todo caso con los socios del Gobierno-, ahora el mantra es otro diferente: hay que repetir que Canarias se niega a asumir la tutela de los niños, algo que es absolutamente falso. A lo que se opone el Gobierno es a seguir aceptando menores no identificados, y a incorporarlos como si fueran ganado en centros completamente desbordados, con cerca ya de 6.000 chiquillos, mientras el Estado permanece cruzado de brazos. Eso sí, hablando de derechos fundamentales.

 
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