Sobre el Carnaval del 2020

La Fiscalía acusa al concejal Andrés Martín, uno de los hombres claves del equipo de la ex alcaldesa Patricia Hernández, de ser responsable de un delito de prevaricación, y ha solicitado ya la apertura del juicio oral contra él. Se le acusa de adjudicar hasta 21 contratos menores para aparentar el cumplimiento de los requisitos de la legislación, fraccionando así una licitación de cerca de 230.000 euros –casi un cuarto de millón- para poder adjudicar la infraestructura del Carnaval de 2020. Parece poco probable que el concejal quisiera enriquecerse, o intentara favorecer a amigos o colegas. Lo que parece que hizo fue intentar resolver como Dios le dio a entender la falta de previsión del equipo de Gobierno en la planificación de la fiesta de la ciudad. Le habían colocado en un lugar que no era para él, y quiso cumplir con la alcaldesa, evitarle el desastre de unos carnavales sin feria. Para evitarlo, Martín se metió en una operación bastante imaginativa, cortando el chorizo de un contrato que debía ser único, en 21 rodajas que podían adjudicarse sin pasar por los controles preceptivos a las grandes licitaciones. Sin duda lo hizo para que aquél jolgorio que luego sería pandémico, calimoso y aciago, pudiera celebrarse. Pero se lio tanto con su ingeniería que hasta se olvidó en varios casos de pedir las tres ofertas preceptivas para los contratos menores.

El fiscal le pide 12 años de inhabilitación para desempeñar empleo o cargo público, y para el ejercicio del sufragio. Es difícil que logre salir bien parado del estropicio que montó, pero al menos no entrará en prisión. Supongo que ha llegado el momento de ensañarse con él, y eso es lo que sucederá probablemente. Algunos de sus colegas serán los primeros en apartarse, como ya hicieron cuando otro concejal también socialista y también de apellido Martín, perdió los nervios y acabó metido a su pesar en un embrollo estúpido y violento.

La política no perdona a los que se equivocan, aunque sus errores respondan a la impericia o el deseo de resolver un problema. La política fue un día esperanza de cambio. Hoy se nos ha vuelto miserable, dañina y perversa. Destruye a mucha gente buena.