Frustración generalizada tras perder el CD Tenerife un partido que ganaba 2-0 a poco más de 15 minutos del final

Santa Cruz de Tenerife

EL Tenerife tenía por delante otro partido para seguir creciendo y para continuar con la recuperación tras unas primeras siete jornadas de Liga a ciegas sin brújula ni fútbol. Con Pepe Mel han cambiado muchas cosas en el equipo, principalmente que ha dotado de sentido y lógica futbolística a un conjunto que ya es reconocible pese a una cruel derrota que resulta inexplicable. Para medirse al Zaragoza, Mel eligió de nuevo juventud con Aarón Martín y Dani Fernández de inicio, dejando clara su apuesta sin tapujos por la cantera. Y vaya si le empezó a salir bien con el 1-0 obra del joven orotavense Aarón, que a los 10 minutos sacó un golpeo seco ajustado al palo izquierdo que se convirtió en el primer gol en el fútbol profesional del canterano con 17 años, a un mes de cumplir la mayoría de edad. Antes, ya a los dos minutos había golpeado al palo José León en un gran remate tras falta lanzada por Luismi Cruz. Parecía todo de cara ante un buen Zaragoza hasta que llegó la expulsión de Sergio con roja directa por una dura entrada que el árbitro interpretó como juego brusco grave. Un contratiempo importante con más de una hora de partido por delante.

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DNI tinerfeño y decepción final

Pero el paso por el vestuario trajo dos cambios (Enric y David Rodríguez entraron por Ángel y Dani), y además regalo nada más arrancar la segunda parte con el 2-0 después de una buena combinación entre Luismi y Diarra y culminado por David Rodríguez que fue más listo que el defensa y se anticipó para fusilar al portero del Zaragoza. 2-0 y dominio ante un rival superado por el equipo de Mel. Sin embargo, el fútbol iba a poner en un aprieto al CD Tenerife en el minuto 72 con el gol de Bedzar, que iba a poner ajustado el resultado con mucho rato todavía por jugar. Todo iba a empeorar con el empate a dos de un rival lanzado que no se quedó ahí y en el minuto 87 iba a hacer el 2-3 para ganar el partido y dejar helado al Heliodoro y a todo el tinerfeñismo en una noche aciaga.