Opinión

Sobre la reunión de Sánchez y Clavijo

EL ENFOQUE 11 OCTUBRE

Ayer fue un día raro, probablemente mal elegido, para el encuentro de Sánchez con los presidentes de Aragón y Canarias. Parece que el infatigable Clavijo aprovechó la situación para ponerse también duro, como el mismo día, y exigir a Sánchez que se ponga el turbo con el asunto de la emigración, con los 6.000 menores que colapsan los centros de acogida en las islas, con el descaro de no haber pagado un duro de lo ya comprometido por Sánchez para atenderlos, ni tampoco de lo firmado sobre la agenda canaria, esos 800 millones pendientes de cobrar del Presupuesto de 2023.

Tras la reunión, Clavijo dejó de lado el buen rollito tradicional y el modo canario de hacer las cosas y se ciscó a pachas en los dos partidos nacionales, enzarzados en una guerra de posiciones en torno a la migración. Del PP censuró con dureza el abandono de la negociación y dijo sentirse muy decepcionado, y sobre el Gobierno, lo acusó de “estar ausente” del drama migratorio en las islas, y de ampararse en la inacción, tirando del argumento de que la atención de menores migrantes es una competencia autonómica: “el Gobierno tiene la obligación legal de aplicar la solidaridad. No puede ser que en todo este drama el Gobierno haya estado mirando para otro lado”, afirmó un Clavijo irascible, que exigió del Estado aportar recursos y coordinar la gestión de la crisis. Supongo que andaba Clavijo cabreado porque en un día con tanta revoltura, Sánchez no estaría muy aplicado a la tarea ni muy fino. Por eso se descolgó Clavijo asegurando que el apoyo nacionalista al Gobierno dependerá de si este se porta.

No sé que ocurrirá al final, pero sí que este no era día para esperar de Sánchez alguna atención a algo más allá de sus propios problemas.