Opinión

Canarias multicultural

LA MIRADA 18 OCTUBRE

Indagar en el origen de lo qué somos como pueblo es un proceso francamente interesante, sobre todo cuando logramos profundizar más allá de lo malamente aprendido. Porque entre la idealización del aborigen y la justificación del conquistador, con la excusa de que hay que juzgarlo con los valores de aquel tiempo, hay un término medio que nos explica sobre todo como lugar de encuentro de múltiples culturas.

Si algo identifica a Canarias es precisamente esa multiculturalidad histórica. Lo fuimos y lo seguimos siendo, por mucho que algunos les pese.

Basta observar a quiénes nos cruzamos a diario, especialmente en nuestras ciudades, para constatar que las Islas somos un lugar de convivencia entre diferentes. De ahí deriven quizá, frente a la algarabía de los discursos contra el que viene de fuera, reacciones que emocionan de ciudadanos de a pie que ven en el migrante un igual. Sobre todo cuando se ha compartido con él horas y horas de pupitre, un patio de recreo o un campo de fútbol.

Lo que nos hace no entendernos, no es el hecho en sí de ser diferentes, sino el movernos en guetos aislado y sin puentes que cruzar para conocernos mejor.