Opinión

Sobre la pobreza en Canarias

EL ENFOQUE 18 OCTUBRE

Las crisis agrandan la brecha entre los pudientes y pobres, lo sabemos desde que existe la Historia, y la única forma de combatir la miseria y salvar vidas de la ruina es materializando masivas políticas asistenciales, atendiendo en el corto plazo las necesidades de alimento, vivienda, energía y salud de los que peor lo pasan, con especial atención a niños y ancianos. Por supuesto, además hay que activar la economía y el empleo con grandes proyectos de dinamización, obra pública y contratación, para que el impulso a lo asistencial no deba mantenerse eternamente, porque todas las sociedades instaladas en el subsidio acaban por fracasar. Pero los gobiernos han abandonado los grandes proyectos. Optan siempre por medidas parciales: unas perritas por aquí, una ayudita por allá, muchísimas declaraciones, la culpa es de los otros, y a esperar que escampe. Mientras los que mandan esperan con sus dádivas y ajustes parciales, sus regalitos y palabras, Canarias sigue siendo una de las regiones más pobres de Europa. Nada nuevo bajo el sol del trópico.

En Canarias hay seiscientas mil personas que son pobres o casi lo son o pueden serlo. Y esto no estalla porque el sistema de clases se ha perfeccionado extraordinariamente y es hoy una maquinaria bien engrasada cuya función principal es sostener pacíficamente la brecha de una desigualdad infame y cruel. Un sistema que nos entretiene escandalizándonos de vez en cuando, con la exhibición bochornosa de la miseria ajena.