La vejez encamada
LA MIRADA 22 OCTUBRE
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Usar los hospitales como residencias para la vejez no es solo una perversión de sus funciones, sino un tapón que contribuye al colapso del sistema. Ya llegan nuestros centros hospitalarios de aquella manera a atender a quienes están realmente enfermos, pero cada vez los cargamos con más personas cuya único mal es cumplir años.
Pese a las denuncias reiteradas, su número, lejos de disminuir aumenta. Y son ya seis centenares los mayores que yacen en camas hospitalarias viendo pasar los días, hasta que llegue la hora de su muerte.
Así de triste es lo que está ocurriendo, mientras las administraciones siguen vendiendo la moto del número plazas para mayores que van a construir.
Encamar a las personas mayores no solo es inconveniente para la Sanidad Pública, sino también para ellas, que en vez de un envejecimiento activo en centros específicos o en su propio hogar, con atención domiciliaria, terminan tristemente varados en una fría cama de hospital.