Opinión

Sobre la legislatura

EL ENFOQUE 29 OCTUBRE

La aprobación de los presupuestos del año próximo se interpreta ya como la última posibilidad de Pedro Sánchez de salvar una legislatura agónica, sacudida por la corrupción y los escándalos. En ese contexto el Gobierno ha perdido el control parlamentario y también el discurso, y el Partido Popular se ha lanzado a forzar un adelanto de las elecciones generales, sin tener siquiera segura una mayoría razonable. Nadie sabe en la derecha si el bloque de legislatura que hoy sostiene al Gobierno podría o no ser reeditado. Pero mientras eso se aclara, el PP crece aprovechando los conflictos internos, la división entre el PSOE y Sumar, alimentada por devaneos parlamentarios con el propio PP, y la ruptura entre Podemos y la coalición de izquierdas, de la que sus cuatro diputados se sienten ya desgajados. Las crecientes exigencias de Podemos para apoyar el presupuesto –bajar el 40 por ciento el alquiler y romper relaciones con Israel- hacen presagiar que va a ser muy complejo contar con algún formato de mayoría para la aprobación de las cuentas. Si Sánchez cediera frente a Podemos, perdería probablemente a Junts y al PNV, y en medio de ese maremágnum de disputas e intrigas –agravadas tras el tsunamidel ‘caso Errejón’ y la histeria punitiva de las redes- la capacidad de maniobra del Gobierno parece cada día más escasa, más reducida. Los indepes van a lo suyo, cada uno a ver lo que le saca a esta exhausta nación, tirando un poco más de la cuerda. Y en Coalición suspiran pánfilamente porque la aprobación de las cuentas permita un respiro, sirva al menos de tirita antes de la herida profunda que supondrá la voladura programada del sistema de financiación regional.

Así está el patio, a punto de fundirse y con pulsiones suicidas.