Ni agua, ni sal ni pescado
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Quién nos iba a decir a unos cuantos muchos, que llegaría un punto en el que la que fue una de las grandes pasiones de nuestra vida, la política, quedaría resumida al escepticismo que recoge de manera fenomenal ese refrán canario que dice aquello de ”ni agua, ni sal , ni pescado”.
La política actual no solo desgasta la democracia, sino que además aburre en cantidades industriales.
Cada día amanece con noticias novedosas en el ámbito político, pero la sensación de que llueve sobre mojado nos arrastra por un hastío en el que navega la pobreza moral, la incapacidad y la subsistencia en lo público por encima de cualquier voluntad de servir a la ciudadanía.
Pero no solo los mediocres en lo público contribuyen al crecimiento de este territorio pantanoso de la indiferencia, sino que gente a la que se les presume un nivel de formación amplio y poseedores de un alto concepto del respeto, muestran una mañas y malas artes que llaman la atención por si mismas.
Por ejemplo, el juez Eloy Velasco, en un rifirafe con la exministra Irene Montero, alude a la política de Podemos como cajera de Mercadona por su pasado laboral en esa cadena de supermercados.
Los jueces tienen derecho a hablar, por supuesto, pero también deberían saber cuándo darse un punto en la boca a la hora de emplear ciertas expresiones, pero sucede que su señoría desprecia a quien, acertada o equivocadamente, le sopla la toga, respondiéndole que le va a dar lecciones alguien desde la caja de Mercadona.
El gesto despectivo está nutrido de una carga machista muy extendida entre los próceres de lo que sea. ya hubo por aquí un diputado presuntamente socialista que aludiendo a una joven compañera que ocuparía un escaño en Las Cortes la definió como esa chica que trabajó en Mc Donalds.
El exdiputado socialista, más pesado que una riña de cochinos sigue viviendo de la cosa pública y eso que debe ser coetáneo de Beneharo cuando menos.
Lo reconozco: hoy ando medio revirado y de mala leche, porque viendo el periódico me encuentro con un nombramiento en el ámbito municipal de alguien, al que admiraba por su porvenir, pero que es un eslabón más en la cadena con carnet de aquellos que saben esperar a que “le encuentren un huequito”.
Y encima, el fiscal general del estado juega al correo del zar con la confesión del novio de Ayuso, que ya se pueden hacer una idea de lo que pienso del encartado, nunca mejor dicho.
Subjetividad que no me hace perder la capacidad crítica con las apuestas progresistas del gobierno del estado.
Hoy debo tener un día oscuro como las togas mentadas y plomizo como el diputado paliza conocido como el disolvente porque aparece y la gente sale huyendo.