El tiempo, ¿esclavitud o liberación?
Otro cambio de hora nos obliga a adaptarnos a un nuevo ritmo vital. Aunque no tanto como el de quienes se fueron a dormir la noche del 4 de octubre de 1582 y despertaron la mañana del 15. Saltarse diez días fue la fórmula que encontró el papa Gregorio XIII para ajustar entonces los desfases del calendario. Luego recurrimos a los años bisiestos para que esas horas de más que anualmente emplea la Tierra en dar la vuelta al Sol no descuadren nuestro computo de 365 días.
Lo cierto es que, hora arriba-hora abajo, el tiempo pasa. Y no pasa en balde. Hay años que parecen no terminar nunca y otros que se van en un suspiro. Y es que el tiempo puede convertirse en una esclavitud o una liberación, depende del uso que le demos. Ya va siendo hora de que aprendamos a hacerlo en el segundo sentido y no en el que nos impone esta absurda competición contra nosotros mismos.

Marta Cantero
He trabajado en diversos medios de comunicación de las Islas, tanto en Gran Canaria como en Tenerife,...




