Universidades a debate

La política ha puesto su mirada en las universidades y no precisamente para aprovechar sus conocimientos para la toma de decisiones, sino para arrimar el ascua a su sardina. O sea, para tratar de crear centros de influencia al servicio de su ideología.

La deriva es grave, especialmente en Estados Unidos, donde ya se detiene a estudiantes discrepantes, propalestinos los primeros.

Pero tampoco España escapa a este tendencia del poder político por controlar el mundo académico. Peligra la autonomía universitaria, que aún en tiempos franquistas se defendió rabiosamente por estudiantes y rectores.

Apostar por universidades públicas o privadas forma también parte de este debate, porque concebir al alumnado como cliente es otra cuestión peliaguda y mal resuelta.

Necesitamos más universidad pública sí, más fuertes y mejor financiadas, pero sobre todo menos intervenidas.

El debate va más allá de si el conocimiento bien enseñado da como resultado ciudadanos que piensan por sí mismos.