Los satélites de Elon Musk representan una amenaza para el planeta

Santa Cruz de La Palma

El despliegue de satélites por parte de empresas privadas, como es el caso de la red Starlink de Elon Musk, ponen en riesgo las observaciones astrofísicas por el número de estos satélites, su baja altura y el reflejo de la luz que interfiere en el trabajo de los telescopios. Estos satélites actúan como "cortinas que están velando la señal procedente de objetos del Universo", señaló Varela en abril del año pasado durante una entrevista en Hoy por Hoy La Palma. Esto pone en riesgo también proyectos denominados de defensa planetaria, como la observación de asteroides potencialmente peligrosos al cruzar su órbita contra La Tierra. "Esto afecta a observaciones muy importantes como la detección de objetos potencialmente peligrosos. Son objetos que requieren un gran seguimiento y grandes campos. Estos satélites actúan como si fueran filtros que menoscaban y merman la investigación que se hace en búsqueda de objetos potencialmente peligrosos para el planeta", añade la divulgadora científica que dirige desde 2019 de la Fundación Starlight y desde 2024 el Museo de la Ciencia y el Cosmos de Tenerife.

La misión DARD para desviar Dimorphos

Uno de esos proyectos es la misión DARD, que fue lanzada el 24 de diciembre de 2021 con el objetivo de impactar y desviar el asteroide Dimorphos. Fue un ensayo, un intento de comprobar la capacidad científica y tecnológica que el ser humano tiene para hacer frente a una amenaza que podría acabar con la civilización tal y como ya sucedió hace 65 millones de años cuando un meteorito impactó en la península de Yucatán (México) acabando con los dinosaurios y, posteriormente, por los efectos del impacto en la atmósfera, con el 90 por ciento de las especies terrestres de más de 30 kilos. Comenzó entonces una nueva era de la que surgiría el homo sapiens. Esa amenaza es real, ya ha sucedido y sigue sucediendo.

Varela no está en contra del avance que supone el despliegue de estos satélites de baja órbita, pero invita a hacer una reflexión sobre el impacto que pueden tener. "Decimos que sí a ese avance, pero, ¿Cuántos son necesarios? Están cubriendo el planeta ¿Son necesarios realmente cientos de miles de satélites?", se pregunta la astrofísica. "Han surgido nuevas amenazas como la basura espacial, la radiofrecuencia o los satélites de baja órbita: esos que hacen que nos llegue el 5G para ver el vídeo con más rapidez en casa", explica Antonia Valera, responsable de una Fundación que vela por la limpieza del cielo.

Ya ha sucedido, puede volver a suceder

Un ejemplo de la realidad del riesgo tuvo lugar en la mañana del 15 de febrero de 2013, cuando un bólido (asteroide que entra en la atmósfera terrestre sin llegar a contactar con la superficie) se cruzó con la órbita terrestre y desintegrándose a 20 mil metros de altura en múltiples fragmentos de diferentes tamaños a 80 kilómetros de la ciudad de Cheliábinsk. Uno de esos fragmentos pesó aproximadamente 650 kilos y pudo ser recuperado. Con estos datos y sin llegar a impactar directamente con la superficie, el evento liberó una energía estimada en 500 kilotones, treinta veces más potente que la bomba de Hiroshima. Las imágenes de su trayectoria y el fogonazo de luz dieron la vuelta al mundo.

Se calcula que la onda expansiva, que se pudo registrar a miles de kilómetros de distancia, causó daños materiales en edificios rompiendo ventanas y provocando heridas a cerca de 1.500 personas que tuvieron que ser atendidas. En función de las dimensiones del meteorito sus efectos serían locales o globales, pero no se discute que sucederá en algún momento tal y como ya ha sucedido. Según estimaciones de la NASA, el objeto que provocó el impacto en Rusia en 2013 tenía un tamaño de 17 metros de alto por 15 metros de ancho y una masa de 10 mil toneladas entrando en la atmósfera terrestre a una velocidad de 19 kilómetros por segundo.

La importancia de un cielo limpio

Se calcula que el asteroide que acabó con los dinosaurios tenía unas dimensiones de unos 15 kilómetros de diámetro. Una roca gigantesca que provocó la última extinción masiva en el planeta. La necesidad de observar y vigilar es fundamental para actuar a tiempo. La misión DARD es buena prueba de ello. El 11 de octubre de 2022 la NASA confirmó el impacto sobre el asteroide Dimorphos logrando desviar su trayectoria. Pero aún es necesario conocer la capacidad de respuesta ante amenazas de dimensiones mayores.

En la actualidad existe una lista de objetos con posibilidad de que, en algún momento, se crucen con la órbita terrestre y, por lo tanto, con riesgo de impacto. En esa lista se establecen cinco denominados ‘potencialmente peligrosos’, esto es con capacidad para acabar con la vida en el planeta. Sin embargo, y ahí está la gran necesidad de la investigación, se entiende que pueden existir otros que aún no se han detectado y que, por lo tanto, no se conocen que pudieran suponer también una amenaza.

En busca de un protocolo planetario

Volvió a suceder en diciembre de 2024, cuando por primera vez se activó el Protocolo de Seguridad Planetaria al detectar la amenaza de un asteroide con una probabilidad de impacto superior al 1%, tal y como está establecido. El protocolo contempla la colaboración internacional para reducir la probabilidad de impacto desplegando la tecnología de la que disponemos para tratar de desviar la trayectoria.

Existe la denominada Escala Turín que establece la probabilidad de impacto en valores de 0 a 10, siendo 0 el polvo estelar considerado demasiado pequeño como para poder penetrar en la atmósfera terrestre y el 10 como un impacto seguro. A partir de ahí, las dimensiones, la masa y la velocidad marcan las consecuencias que pueden llegar a la destrucción de determinadas zonas, afectar a regiones o la destrucción total del planeta. Aun considerando que las tres cuartas partes de La Tierra son océanos y que, por lo tanto, la posibilidad de su impacto en el mar en mayor que en superficie, los efectos también serían devastadores.

Starmus: la cumbre de la astronomía

Este y otros asuntos clave para el futuro de la Humanidad se darán cita en la isla volcánica de La Palma, en el Festival Starmus que regresa a la isla como un "escenario de referencia mundial para la ciencia, continuando trabajando para recuperar la estabilidad económica y social que tenía antes de la erupción del volcán Tajogaite en 2021", según ha dicho el Cabildo en una nota de prensa. Starmus no es solo una reunión de científicos y astronautas, es un puente que conecta el conocimiento con el arte y la música. Es una oportunidad única para inspirar a las nuevas generaciones y despertar vocaciones científicas.

Cadena SER

Starmus La Palma ofrecerá un intenso programa de conferencias que contará con más de 45 ponentes, entre los que se encuentran premios Nobel, astronautas legendarios, científicos de renombre mundial, expertos en inteligencia artificial y ciberseguridad, y algunas de las figuras más icónicas e inspiradoras de nuestro tiempo, como la estimada Jane Goodall. También leyendas del rock como el guitarrista Ron "Bumblefoot" Thal (anteriormente de Guns N' Roses), el tecladista Derek Sherinian (KISS), el baterista Vinny Appice, el bajista Tony Franklin y el vocalista Dino Jelusick. Entre los artistas adicionales se encuentran el cantautor Jorge Drexler, Efecto Pasillo, Flangr, Dr. Chrispyn y Las Knarias.