La avicultura en Canarias, en peligro de extinción: menos granjas, más consumo y sin relevo
La falta de suelo, el exceso de burocracia y la ausencia de relevo generacional están llevando al colapso a un sector que aún podría cubrir el 80% de la demanda local. | La producción avícola ha caído un 70% en catorce años pese a que el consumo sigue en aumento.

La producción de huevos en Canarias disminuye a pesar del crecimiento de la demanda
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Las Palmas de Gran Canaria
El sector avícola en Canarias atraviesa un momento delicado. A pesar de contar con más de tres millones de gallinas ponedoras, la comunidad autónoma se sitúa a la cola en producción si se compara con el resto del país. Una contradicción notable si se tiene en cuenta que Canarias está entre las regiones donde más huevos se consumen: unos 140 por persona al año, por encima de la media nacional. El sector defiende que podría cubrir hasta el 80% de la demanda local, si se dieran las condiciones adecuadas. Por eso reclaman mantener el AIEM (Arbitrio sobre Importaciones y Entregas de Mercancías) al 15%, el máximo permitido por la ley, para proteger la producción local frente a la competencia externa.
En el municipio de Ingenio, a escasos kilómetros de Carrizal, se encuentra la Granja Marodi, donde Gina y Manolo llevan décadas sacando adelante su explotación avícola familiar. Manolo, con sesenta y cinco años, trabaja desde los quince en la granja que heredó de su padre. Hoy, con seis empleados y unas 6.000 gallinas, representa el modelo de autónomo veterano que ha sostenido el sector con inversión propia, trabajo diario y sin apenas apoyo institucional. El problema, según cuenta, no es solo la edad o el cansancio, sino la falta de relevo generacional. Tienen tres hijos, pero ninguno quiere seguir con el negocio familiar. “Todavía sigo porque llevo 50 años trabajando y pararme es como parar un coche. Tengo un equipo que me da pena y sentimiento dejarlo y marcharme. La única opción es cerrarlo o venderlo. mis hijos tienen sus carreras y yo les dije que estudiaran para que no sufrieran. No he cogido vacaciones en toda mi vida”, explica Manolo. Y esta realidad se repite por toda Canarias.
Más allá del problema generacional, Manolo apunta a otros obstáculos: la falta de suelo disponible, el exceso de burocracia y la prohibición de crecer en altura, lo que impide modernizar y escalar la producción. “Me dicen que puedo construir hasta el centro de la tierra, pero en altura solo puedo llevar hasta los cuatro metros. Con la falta de suelo esto me hace imposible competir con las grandes explotaciones de la Península, Europa o Marruecos”. A esta situación se suma otro riesgo: el de los grandes tenedores que podrían hacerse con tierras e instalaciones, desplazando a los pequeños productores locales, ya que “hay grandes empresarios que está en Rusia que podrían mandar un buque lleno de huevos y destrozar al sector por completo”. El director general de ganadería del Gobierno de Canarias, Andrés Díaz, respecto a este asunto ha comentado en Hoy por Hoy Las Palmas que "el problema surgió de la Ley de Bienestar Animal, que vino del año 2020, las islas estaban a un 90% de autoabastecimiento, pero con esa normativa bajamos al 65%".
La caída del sector avícola en cifras
Y no solo es un problema importante para su explotación avícola, sino también para cualquier granja canaria que quiera crecer y ampliar instalaciones. La preocupación general del sector es latente, ya que lejos de avanzar, la actividad sigue retrocediendo. Ha caído en más de un 70% al pasar de 1.292 explotaciones avícolas en 2009, a 359 en 2023, últimos datos del ISTAC. Desde la Asociación Avícola de Canarias (ASAVICAN) aseguran que desde 2010 solo se han registrado tres nuevas explotaciones en todo el archipiélago. Un dato que muestra que el sector no solo no crece, sino que retrocede.
¿Y cuánto cuesta un huevo en Canarias?
Manolo, con la sabiduría que dan los años de experiencia, calcula que “el coste por huevo ronda ya los quince céntimos, cuando antes podía estar en doce”. Con seis mil huevos al día, su margen es de apenas cinco céntimos por unidad. Unas cifras que, sumadas, podrían traducirse en unos 300 euros diarios de beneficio… pero con un sacrificio constante y múltiples barreras externas. A pesar de todo, Manolo sigue recibiendo a sus clientes, muchos de ellos vecinos del sureste de Gran Canaria, donde viven más de 35.000 personas. La venta directa y el comercio local sostienen buena parte de la actividad. Pero el dilema sigue ahí: seguir o parar. Como tantas otras explotaciones, Granja Marodi encarna una realidad extendida en el campo canario: familias que han entregado medio siglo de su vida a una actividad que ahora ven en riesgo por falta de apoyo, trabas burocráticas y ausencia de relevo.

Carlos Moreno
Periodista de informativos en la redacción de la Cadena SER en Canarias. La radio es compañía, es inmediatez,...




