Primera reacción de Garrido tras el nombramiento de Felipe Miñambres en el CD Tenerife

Santa Cruz de Tenerife

Burofaxes que van y vienen. Las diferencias entre algunos de los grandes tenedores de acciones del CD Tenerife están lejos de resolverse. La última señal que ha emitido el aún máximo accionista de la sociedad anónima, acorralado por sus distintos frentes judiciales, ha sido un escrito que ha remitido la semana pasada a los que eran sus compañeros de viaje en el llamado "sindicado". Es decir, el expresidente Miguel Concepción, Conrado González Bacallado y Amid Achi.

De forma coincidente con el nombramiento de Felipe Miñambres como nuevo consejero, el burofax enviado por José Miguel Garrido ha propiciado gran extrañeza en sus tres remitentes. También por las formas, porque esta vez no ha sido a través de sus abogados, sino enviado directamente por él.

En el burofax, por un lado les manifiesta que el propósito de la Junta General de Accionistas que se convocó a solicitud del madrileño en febrero no era suplir a los consejeros destituidos en diciembre. Llama la atención, por cuanto justamente en el orden del día reclamó que se votaran nombramientos y ceses en el órgano rector de la institución. Cabe recordar que de aquel día salió la reprobación de Samuel Gómez Abril, que a su vez dejó sin representación en el consejo al empresario Amid Achi.

Por otra parte, Garrido les aclara a los destinatarios del burofax que los nombramientos más recientes, por ejemplo el de Antonio Porro o ahora el de Felipe, no son suyos ni cubren la cuota que le corresponde por contrato (tres sillones). Dicho de otro modo, trata de lavarse las manos y hacerles ver que el actual reparto de asientos en el consejo de administración ya no se corresponde con lo acordado en el contrato secreto que les une.

Este extraño e inesperado movimiento de Garrido ha sido interpretado por los destinatarios de los burofaxes como un gesto de claro nerviosismo por parte del máximo accionista blanquiazul, cercado por varios frentes judiciales. De hecho, este domingo se conocía que tendrá que responder hasta por cinco incumplimientos graves, algunos relacionados con la posición que adoptó en la asamblea blanquiazul de febrero, en la que votó con las acciones de una de sus empresas en una dirección; y en sentido diametralmente opuesto con sus títulos de otra sociedad.

El final del madrileño en el representativo parece más cerca que nunca. Está abocado a vender, una vez ya no quiere volver a hacerse cargo del control del club; y además está acuciado por diversas reclamaciones que tendrá que librar ante los tribunales.

Desde el pasado miércoles, el consejo de administración del Tenerife está formado por: José Daniel Díaz como presidente; Ayoze García como consejero deportivo y vicepresidente; Francisco Miguel Heredia, Antonio Porro (secretario), Rayco García Cabrera y Felipe Miñambres, quien a su vez pasará el 1 de julio a asumir la dirección general del club.

Tal y como ha publicado El Día en su edición de este lunes, las relaciones entre las dos alas del consejo (la que lidera Díaz y la que comanda Rayco) no pasan por su mejor momento. La reunión del consejo del pasado miércoles no fue un remanso de paz, más bien al contrario. Además, ha habido situaciones en las que el papel del presidente ha quedado muy opacado y deslucido. Al tiempo, el burofax se ha convertido en la fórmula preferida para trasladarse mensajes entre las diferentes familias que conviven en el ecosistema blanquiazul.

En cuanto a la fractura, que es indisimulable, hay situaciones recientes que la confirman. Por un lado, la renovación de Cervera se abordó en dos episodios distintos (por una parte le sondeó Díaz y por otra parte, se le citó a un almuerzo al que fueron solo los consejeros de Rayco). El caso más reciente de distanciamiento pudo constatarse en la propia presentación de Felipe, donde a José Daniel Díaz se le ubicó donde habitualmente se sientan los periodistas en un momento tan relevante como el del regreso de una Leyenda a la institución insular.

"Mucho por coser", coinciden quienes consideran que la crisis entre accionistas está aún muy lejos de resolverse.