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Mary Lorenzo, con 91 años, todavía cree en la bondad del mundo: sabia, dulce y eterna

"Todo el mundo es bueno", la filosofía de vida de una mujer que ha logrado alcanzar los noventa años llena de energía y rodeada de cariño

Cadena SER

Santa Cruz de La Palma

Tazacorte es un pueblo precioso donde las casitas de colores cuelgan en un extraordinario y soleado balcón a las Américas, alfombrado de barandales verdes y plataneras. Un pueblo palmero agrícola de mentalidad progresista conocido como el París chiquito, con un lenguaje lleno de modismos, que constituye un universo personal y universal al mismo tiempo. La oposición y el desprecio al conservadurismo de los caciques les llevó nada más y nada menos que a independizarse de España a principios del siglo pasado.

Mary Lorenzo junto a Nayra Valido

Mary Lorenzo junto a Nayra Valido / Cadena SER

Mary Lorenzo junto a Nayra Valido

Mary Lorenzo junto a Nayra Valido / Cadena SER

Con algarabía, los bagañetes -así es como se llama a sus habitantes-, declararon su independencia en 1925 al grito de “bicheros, palos y cañas, gritemos con voz de calibre: viva Tazacorte, libre e independiente de España”. Así se las gastan. Durante tres días de Independencia defendieron su micropaís con escopetas de caza y útiles de labranza en contra del caciquismo, impidiendo que nadie cruzara sus fronteras, hasta que un barco de guerra español lanzó un obús que cruzó el cielo, impactando en montaña del barrio hermano de Argual, lo que provocó su rendición. Tazacorte es puro realismo mágico. Debió ser el pueblo que inspiró a Gabo para construir Macondo.

Cruz Roja. ‘Si yo te contara’

Cruz Roja. ‘Si yo te contara’

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Bagañeta de pura cepa

Mary Lorenzo no podría haber nacido en otro lugar. "Vivo en Argual, pero soy bagañeta de pura cepa y a mucha honra", son sus primeras y últimas palabras durante la entrevista. Dice orgullosa que es la madre de "Chicho dos Tumbos", el constructor que unió los dos lados del Valle de Aridane cruzando la colada del volcán a temperaturas imposibles. Espontánea, auténtica y dulce, baila y canta durante la entrevista: es uno de los secretos de la felicidad argualera, simplemente ser.

Nació en El Trigo, en Tazacorte. Un sitio difícil de creer, repleto de colorinchis y vecinas puerta con puerta separadas por una escasa serventía. Se toman el cafien (café) contando cuentos y problemas irresolubles, es decir, matuperios, y zanjan las conversaciones con dos contundentes y finalistas palabras: ¡Buena chusca!, antes de volver a entrar en casa dejando la puerta de par en par.

Mary Lorenzo

Mary Lorenzo / Cadena SER

Mary Lorenzo

Mary Lorenzo / Cadena SER

"En el Trigo, sí, yo nací en el Trigo, en Tazacorte. Era una machona cuando chica, no me gustaba sino jugar boliche a la piola", rememora Mary. "Me acuerdo de que me regalaban por los Reyes una naranja y una muñeca hecha de bolla, de una bolla hacían una muñeca", añade. "Hacíamos el café y comprábamos rapaduras para chuparlas. Hoy las pobres de hoy viven mejor que las ricas de antes, porque hay facilidades para todo hoy", dice Mary con seis hijos, diez nietos y cuatro bisnietos.

Coser y chunchún

Cuando Mary era pequeña las familias hacían turno en los bares para llevarse las borras de café y reutilizarlas en casa. "La ropa no se compraba hecha, había que hacerla. Yo cortaba un pantalón por la mañana con los niños aquí encima, y dándole a la máquina, lo entregaba a la tarde para chunchún", rememora. Chunchún es comer, palabras que pronuncia llevándose las manos a la boca a modo de puchero.

"Fueron tiempos difíciles. Sin embargo, hoy no me falta de nada. Le enseñé a mis hijos que fuesen honrados y que trabajaran, porque todos son trabajadores, ¿eh? Todos son trabajadores. Con eso no tuve yo problemas. Ellos de por sí, les gustaba trabajar a todos", explica. Cada alocución concluye con un amplio suspiro de alivio que remite a una larguísima vida ya vivida. Las fatiguitas quedan en el aire.

Mary Lorenzo con Cruz Roja en el mar

Mary Lorenzo con Cruz Roja en el mar

Mary Lorenzo con Cruz Roja en el mar

Mary Lorenzo con Cruz Roja en el mar

La clave es creer en la bondad del mundo a pesar de todo. "Tengo 91 años y jamás he dicho con esta señora o con este señor no me hablo Para mí todo el mundo es bueno. Y eso es la forma de seguir para adelante", dice antes de entonar una canción para concluir una inolvidable conversación. La cieguita, en compañía de Nayra Valido, miembro del equipo de Cruz Roja que lidera el proyecto de estimulación cognitiva para mayores en el que participa Mary. Si Mary puede creer en la bondad del mundo, ¿por qué tú no?.

 

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