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La Palma demanda más promoción exterior de su oferta turística

Las empresas de turismo activo piden posicionar las diferentes actividades de ocio para poder planificar la estancia en origen

Caldera de Taburiente National Park La Palma / Mike Kemp

Caldera de Taburiente National Park La Palma

Santa Cruz de La Palma

Tras las manifestaciones del 18 de mayo, La Palma volvió a demandar un modelo turístico diferenciado del de otras islas del archipiélago. Más allá del senderismo y lejos de un turismo de masas. El presidente del Cabildo, Sergio Rodríguez (CC), manifestó este lunes un cambio de rumbo después de que el propio Cabildo declarara de interés insular algunas infraestructuras hoteleras. Entre ellas, un hotel con un campo de golf en Breña Alta. Sobre este asunto, Sergio Rodríguez, fue contundente, “ya le digo que no habrá campo de golf en Breña Alta” y anunció la modificación de la consideración de ‘interés insular' de manera que esas camas hoteleras estén vinculadas con otros ámbitos relacionados con el territorio. El momento es otro y la dirección también.

“¿La Palma necesita diez infraestructuras hoteleras? Yo creo que no” afirma Sergio Rodríguez, “pero La Palma necesita tres o cuatro unidades que incrementen la oferta, yo creo que sí” y se refirió a éstas con un modelo de villas turísticas. Porque la necesidad de camas es algo que parece poner de acuerdo al Cabildo con las empresas del sector, al menos las dedicadas al Turismo Activo.

Mucho más que senderismo: vivir experiencias

La Palma pasa por ser uno de los mejores lugares del mundo para la observación del cielo nocturno o el segundo mejor lugar de Europa para el avistamiento de cetáceos. Ocio, naturaleza y ofrecer experiencias es la apuesta por un sector que cuenta con empresas especializadas en estas actividades en entornos naturales, pero con falta de promoción en origen. Así lo explica Mari Carmen Paz, técnico de información turística del CIT Insular La Palma que entiende que “tenemos que afinar un poco más” en la búsqueda de ese perfil. Reconoce que muchos turistas encuentran actividades una vez que están e la isla “luego no les queda tiempo” para encajar esa oferta en su estancia. Por ello se busca una mayor promoción en origen para poder programar esas actividades que se ofrecen.

Se trata de un modelo que busca ofrecer experiencias al visitante. Y en eso La Palma tiene una amplia oferta. Además del atroturismo con cielos que cuentan con una protección especial, una rede de senderos con más de 1.500 kilómetros homologados han nacido nuevas oportunidades. Las fajanas surgidas tras la erupción en la costa oeste han despertado el asombro de submarinistas de nivel internacional. A esto se suman las rutas de descenso de ‘mountain bike', cayak, actividades saludables en entornos naturales, la práctica del parapente y, por supuesto, el senderismo. En el catálogo de atractivos, como es general en cualquier otro destino, pues la gastronomía, la arquitectura, el patrimonio cultural o arquitectónico, arqueología o cinco siglos de historia contados con ataques piratas, avances tecnológicos como la llegada de la luz o el cinematógrafo. Experiencias singulares como el cultivo de la platanera o la elaboración de quesos, actividades agroganaderas que se postulan también como un atractivo para el visitante que no busca una tumbona sino experiencias singulares que recordar…todo un catálogo de posibilidades en un territorio de 704 kilómetros cuadrados con una variedad de paisajes, flora y climas que abren la puerta también al turismo fotográfico. Sin embargo, no es oro todo lo que reluce.

Unas posibilidades únicas frente a trabas administrativas

Hace solo un año, la empresa Blue Magma, estuvo a punto de echar el cierre ante la imposibilidad de salir a realizar submarinismo por las restricciones derivadas de la erupción volcánica. Con zonas sobre las fajanas de acceso restringido y limitaciones para navegar frente a la costa. Un año después se ha celebrado el campeonato del mundo de fotografía submarina que ha despertado el asombro de sus participantes. Lluís Augé, de Blue Magma, cuestiona las trabas de algunas instituciones y advierte que “estamos tratando de proteger esa biodiversidad y nos ponen trabas para poner una boya de amarre”, imprescindible para detener la embarcación y realizar las inmersiones.

A esto se suma el incremento repentino de las tasas de amarre en el Puerto de Tazacorte. José Luis Roca, del Fancy, dedicado a la observación de cetáceos, advierte del riesgo de abandonar la actividad ante unos costes “inasumibles”. Un turismo singular, de alto poder adquisitivo, alejado del turismo de masas que no encuentra el apoyo necesario. José Luis Roca sí avala la implicación del ayuntamiento de Tazacorte o del Cabildo, con la instalación de paneles informativos en la terminal de llegadas del aeropuerto, sin embargo, echa en falta el mismo apoyo de otras “administraciones de más lejos”.

Los senderos son la gran apuesta de la isla desde siempre. “¿Quién viene a La Palma y no hace un sendero?”, explica Luca Bellomo de ‘La Palma excursión’, una empresa dedicada a conocer los rincones de la isla. Todos coinciden en que el perfil del turista que llega a la isla es de un poder adquisitivo medio alto. No en vano el precio de los billetes es considerablemente más elevado que para otras islas de Canarias. Pero la afluencia no es la deseada precisamente por la falta de promoción en el exterior. Entienden que se mira demasiado hacia adentro.

Una oferta conjunta en origen

A pesar de los atractivos que puede ofrecer una isla como La Palma, el pasado año 2024, de los 18 millones de turistas que llegaron a Canarias, solo el 0,8% eligieron la isla. ¿Por qué? Las respuestas son variadas. No se conoce la isla (el eco de la erupción que la situó en el mapa se ha ido evaporando y hoy se sigue confundiendo con Las Palmas de Gran Canaria o Palma de Mallorca), el precio de los billetes, la falta de conexiones aéreas o la falta de camas. Muchos frentes abiertos que juegan unos con otros en una suerte de bucle infinito para no despegar definitivamente, a pesar de las singularidades que ofrece. Si no hay camas, no hay turoperación. Si no hay turoperación no hay conexiones. Si no hay conexiones, no hay competencia. Si no hay competencia los precios de los billetes se disparan. Irving Ribot, director del Hotel Meliá de Puerto Naos, fue muy claro en los días previos a la Semana Santa: “El precio para un no residente desde península está en unos seiscientos euros. Por cien euros más, me voy una semana con todo incluido a República Dominicana”.

Contradicciones

De pronto surgen contradicciones entre las apuestas por un turismo de ocio y experiencias con la realidad administrativa o burocrática. El excesivo tiempo y papeleo para obtener determinados permisos o, de pronto, tal y como denuncian desde las actividades acuáticas, el Puerto de Tazacorte, gestionado por Satocan, ha elevado el precio de los amarres. Tanto la observación de cetáceos como el submarinismo podrían abandonar el lugar ante la imposibilidad de afrontar esa subida. Y en un momento en el que la Plataforma Oceánica de Canarias (Plocan) se ha instalado en ese mismo lugar de la mano del Cabildo y el Gobierno de Canarias en una apuesta por la denominada ‘Economía Azul', en la que están contempladas todas las actividades económicas que generen empleo y que esté vinculadas al mar.

 

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