Sociedad

"La crisis habitacional"

A mi manera de ver

"La crisis habitacional"

Arrecife

Aunque pertenezca a las esencias más básicas de la vida de un ser humano, se vive como un problema más el hecho de que un montón de personas no puedan acceder a una vivienda digna ni en alquiler ni en propiedad. O que lo hagan a unos precios realmente prohibitivos que condicionan de muy mala manera su calidad de vida.

Desfases entre los sueldos y los precios del alquiler y compra de vivienda, que crecen a muy distinto ritmo, alejan cada vez más a muchos trabajadores de su objetivo de conseguir la casa que necesitan y retienen a los jóvenes en los hogares de sus padres hasta edades muy tardías, con las lógicas consecuencias para su independencia personal.

Se construyen inmuebles, pero se destinan al negocio de las viviendas vacacionales o al otro negocio de segundas viviendas de residentes no locales. Con lo que no solo no hay oferta para la creciente demanda de trabajadores locales ni para los hijos e hijas de residentes locales en sus pueblos de toda la vida, sino que se encarecen más los suelos disponibles.

Mientras eso pasa, no se hace nada o casi nada para revertir esa situación. Las armas para luchar contra esos déficits se oxidan en las oficinas técnicas municipales donde los planes generales y normas urbanísticas envejecen sin dar respuesta a la demanda más perentoria: sin facilitar el acceso a la gente a una vivienda digna allí donde han vivido siempre y quieren seguir viviendo.

Los planes no se actualizan, las grandes bolsas de suelo de los municipios quedan secuestradas en planes parciales o en SAU, donde la urbanización de esos suelos está más supeditada al interés del propietario del terreno en construir o en sus posibilidades para hacerlo que en la verdadera necesidad de vivienda de la población.

Grandes extensiones de terrenos que tienen que urbanizarse de forma unitaria, que habitualmente se quedan sin desarrollar o cuando lo hacen no construyen las casas que necesita la gente a precios asequibles, sino que las orientan a más viviendas vacacionales o más casoplones que sirven de refugio de nuevos ricos, mayoritariamente foráneos, mientras siguen con los mismos problemas habitacionales los de siempre.

Los alcaldes y concejales de Urbanismo y Vivienda siguen hablando exclusivamente de viviendas protegidas y de dar suelo para construirlas. Pero se olvidan de que en sus manos están las armas para favorecer un uso más racional y democrático del suelo. Aunque eso conlleve que tenga que ser el Ayuntamiento el que lidere la urbanización de los espacios para poner suelo urbano al alcance de los ciudadanos al margen de sus diferencias adquisitivas.

El creer que la gente puede ser feliz sin tener una casa es ignorar la dignidad de las personas y su derecho a tener un hogar.

Manuel García Déniz

Periodista y director de Elperiodicodelanzarote.com....