Por encima del bien y del mal
En este país no salimos de una para meternos en otra. Tras escuchar atónitos durante días el descaro con que un grupo de políticos se repartían cientos de miles de euros en mordidas a empresas por licitaciones públicas, ha tocado poner el foco en la otra parte contratante. Nada más lógico que meter en el mismo paquete a corruptores y corrompidos, porque ambos son imprescindibles para cometer el fraude. Para evitarlo, Yolanda Díaz ha propuesto impedir que una empresa que incurra en prácticas corruptas pueda seguir contratando con la Administración.
A Antonio Garamendi le ha faltado tiempo para salir al paso y responder indignado, a la ministra de SUMAR, que la corrupción es un problema político y no empresarial. Y que con ellos no se metan.
Lo primero que sorprende es que el presidente de la CEOE se dé por aludido. Y lo segundo, lo de siempre: la soberbia con que el dinero trata a la clase política. Como si poseerlo les situara por encima del bien y del mal, o simplemente al margen de la legalidad.

Marta Cantero
He trabajado en diversos medios de comunicación de las Islas, tanto en Gran Canaria como en Tenerife,...




