"San Juan, el portero del verano"
A mi manera de ver

"San Juan, el portero del verano"
El código iframe se ha copiado en el portapapeles
Arrecife
Hay tantísimas cosas de las que hablar, de las que escribir, que dejarme llevar por las emociones no me pareció mala idea en esta ocasión.
Podríamos hablar de la crisis socialista y las corruptelas de sus dos últimos secretarios de Organización. O elevar el tiro y empotrarnos en la guerra que, provocada por el desbocado Netanyahu, nos convierte Oriente Medio en un polvorín entre misiles que salen de Irán y se estallan en Israel y viceversa. Podríamos estar filosofando sobre si Estados Unidos puede ser árbitro mundial y al mismo tiempo ser el mejor socio militar de Israel.
Podría dejarme llevar y darles mi opinión sobre alguna de esas crudas realidades. Pero no hablo hoy de esas emociones. Sino de las que me provoca la víspera de San Juan.
El día de la noche de hogueras, asaderos, rituales y deseos. San Juan, en mi infancia, no solo era un día de fiesta en Lanzarote. Era la inauguración del verano, la puerta de las esencias de una estación relacionada con el ocio y el divertimento. En aquellos tiempos, la playa, el mar, se abría en San Juan para su disfrute. Salvo que fueras pescador, no se iba a las playas antes de San Juan. Hasta que nos inundaron los turistas y las playas se volvieron activas permanentemente. Con los turistas, hemos cambiado muchas cosas. Y esa fue una de ellas. Y dejó de ser fiesta San Juan, y dejó de ser la puerta de la playa.
Ahora se intenta mantener la tradición. Se buscan conciertos, parrandas y hogueras vigiladas por los bomberos en la víspera, en la noche previa. Pero al día siguiente ya no se ve aquel júbilo de tiempos pasados. A esas familias enteras de lanzaroteños, desde la abuela vestida hasta las rodillas en la misma orilla de la playa a los nietos danzando desnudos, jugando a hacer castillos de arena al lado de la sandía que habían enterrado allí para que se mantuviera fresca en contacto con el agua.
Eran otros tiempos, no cabe duda. Pero tenían su razón de ser.
El vernos en la playa todos, el disfrutar de una intensa jornada playera, con la familia, nos reconfortaba y nos abrían unas buenas expectativas para los tres meses siguientes, que solían ser muy calurosos pero que afrontábamos con alegría, cerca de la orilla esperando que la brisa marina nos diera unas buenas sensaciones y respiro para el verano.
Hoy queremos mantener la tradición, pero nos quedamos en las hogueras vigiladas y le metemos más jolgorio aunque con menos piñas y más carosos.
Pero me falta el esplendor familiar del día de San Juan, en plena playa, en pleno junio, por primera vez en el año. A lo mejor es nostalgia o, a lo peor, solo una forma de no fastidiarme un
día como hoy entre guerras y guarradas políticas. Puestos a darnos un chapuzón, que sea de agua salada y en nuestro espectacular litoral.

Manuel García Déniz
Periodista y director de Elperiodicodelanzarote.com. Apasionado del periodismo. Sus grandes pasiones...




