Tamaraceite, un barrio asediado por las casas de apuestas: el riesgo que acecha a los jóvenes
Seis casas de apuestas en apenas un kilómetro cuadrado y a pocos metros de centros educativos disparan la alarma en un barrio obrero que ve cómo el juego se normaliza entre los adolescentes, especialmente en verano.

Tamaraceite, un barrio obrero de Las Palmas de Gran Canaria, vive con preocupación la expansión descontrolada de casas de apuestas.
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Las Palmas de Gran Canaria
Tamaraceite, un barrio obrero de Las Palmas de Gran Canaria, vive con creciente inquietud la expansión descontrolada de casas de apuestas. En apenas un kilómetro cuadrado, hay seis locales de este tipo, algunos a menos de 200 metros entre sí y muy cerca de centros educativos. Una situación que, como denuncian vecinos, familias, profesorado y colectivos sociales, pone en riesgo especialmente a los más jóvenes, en una realidad que se repite en otras zonas del archipiélago.
Durante el curso escolar, los adolescentes pasan buena parte del día en los institutos y colegios, pero en verano, con más tiempo libre, estos locales se convierten en una alternativa de ocio peligrosa y demasiado accesible.
Mar Domínguez, portavoz de Drago Canarias, alerta de esta situación: “Es urgente regular esta proliferación. No es casual que estén tan cerca de los centros educativos. No se trata solo de los locales físicos, sino también del acceso libre y casi ilimitado al juego online”.
Una de las voces que ejemplifica el problema es Salomé, una joven de 19 años que estudia en el IES José Zerpa, en Vecindario y constata que su municipio también vive esta problemática. Conoce bien lo que supone este fenómeno: “He visto cómo compañeros se han enganchado. Empiezan por curiosidad, por probar, pero cuando te das cuenta, han perdido mucho dinero y no saben cómo salir”.
Su profesora, Alejandra Suárez, va más allá. “No estamos solo hablando de casas de apuestas. El verdadero peligro está en el juego online. Basta un móvil, una tarjeta y una conexión a internet. Es una trampa silenciosa, accesible las 24 horas, y sin ningún control real sobre la edad del jugador”.
Desde el Centro Aluesa, de la Fundación Adsis, que trabaja con jóvenes en situación de vulnerabilidad y se especializa en socioadicciones como la ludopatía, confirman la tendencia. Su coordinador, Óscar Lorenzo, señala que el perfil más común de jugador problemático es el de una persona menor de 35 años, con fuerte dependencia del móvil y enganchada también a videojuegos y redes sociales.
“Hay que entender que las apuestas —ya sean físicas u online— se han normalizado en el entorno digital. Se publicitan como entretenimiento, como si fuera algo inofensivo. Pero la adicción al juego es una adicción como cualquier otra, con consecuencias devastadoras para el bienestar emocional, económico y familiar”, asegura Lorenzo.
El experto explica que, durante años, se ha trivializado el juego, del mismo modo que antes se fumaba o bebía alcohol delante de los menores. “Ahora lo hacemos con el móvil en la mano, apostando. Por eso pedimos a las familias que se involucren, que observen los cambios de comportamiento en los adolescentes y, si detectan algún caso preocupante, lo denuncien en la web del Observatorio del Juego, del Ministerio de Consumo”.
Tamaraceite y Vecindario no son casos aislados. Pero sí son ejemplos claros de cómo la falta de regulación efectiva y el negocio del juego se expanden sin control, a costa de barrios humildes y de la salud mental de sus jóvenes.

Carlos Moreno
Periodista de informativos en la redacción de la Cadena SER en Canarias. La radio es compañía, es inmediatez,...




