Islas sin palabras: la sanidad pública canaria apenas tiene logopedas

Las Palmas de Gran Canaria

Niños que no aprenden a hablar con normalidad. Mayores que tienen problemas para comer por esa posibilidad de atragantarse. Pacientes que esperan años por una cita que nunca llega. Esta es la realidad que denuncia el Colegio Profesional de Logopedas de Canarias que advierte: en el Archipiélago solo hay unos 40 logopedas en el sistema público para atender a a las dos millones de personas que viven en las islas.

La presidenta del Colegio de Canarias, Susana Nieto, alerta de una situación "crítica", con listas de espera que superan los dos años y una red pública que no garantiza la atención temprana ni los tratamientos necesarios. “Hay islas donde directamente no hay ningún logopeda en centros de salud, colegios o residencias”, señala.

El impacto es evidente. En el ámbito educativo, niños con trastornos del lenguaje o dificultades del habla no reciben diagnóstico ni apoyo especializado. Muchos niños presentan trastornos del habla, dificultades para pronunciar ciertos sonidos, problemas de comprensión o de expresión verbal que, sin la intervención adecuada, pueden derivar en retrasos en la lectoescritura, dificultades para seguir el ritmo de la clase y, en consecuencia, fracaso escolar.

La logopedia no solo ayuda a que los menores aprendan a hablar con claridad, sino que mejora su autoestima, su participación en el aula y su capacidad de relacionarse. Cuanto antes se detecten y aborden estos trastornos, mayores serán las probabilidades de una evolución favorable. En las Islas, en cambio, muchos niños pasan años sin diagnóstico ni tratamiento, porque en los colegios públicos no hay logopedas contratados, solo maestros de audición y lenguaje, que no tienen la misma formación clínica ni las competencias específicas.

En geriatría, los problemas de deglución —frecuentes en enfermedades neurodegenerativas— quedan sin tratar, aumentando el riesgo de neumonía por aspiración y desnutrición. "La gente no se da cuenta de que un logopeda puede evitar atragantamientos o salvar una voz tras una operación", afirma Nieto. Estas dificultades para tragar afectan especialmente a personas mayores, pacientes con enfermedades como el Parkinson o el Alzheimer, o personas que han sufrido un ictus.

Cuando no se traga bien, el riesgo de atragantamiento, neumonía por aspiración, desnutrición y deshidratación se dispara. Muchas personas dejan de comer por miedo, y su salud se deteriora rápidamente. Es clave detectar estos problemas a tiempo, adaptar la alimentación, enseñar técnicas seguras de deglución y rehabilitar la musculatura implicada.

Sin embargo, en Canarias, la figura del logopeda ni siquiera está incluida en las plantillas de residencias o centros hospitalarios, lo que deja a muchos mayores y pacientes crónicos sin la atención que necesitan para algo tan básico como alimentarse con seguridad y dignidad.

Reclaman al Gobierno de Canarias una mayor incorporación de logopedas a la sanidad pública y a todos los niveles educativos. También exige una regulación que ponga fin al intrusismo profesional, una problemática habitual en la especialidad. “En los colegios hay maestros de audición y lenguaje, pero no logopedas titulados contratados como tales. Y en los hospitales, ni siquiera figura esta especialidad en plantilla”, subraya Nieto.

Los logopedas trabajan en la prevención, evaluación, diagnóstico y tratamiento de alteraciones del lenguaje, la comunicación, el habla, la voz y la deglución. Una labor que, según los profesionales, debería formar parte del sistema público de salud en condiciones dignas. En otras comunidades autónomas, como Andalucía o Cataluña, esta figura está más integrada. En Canarias, sin embargo, sigue siendo una asignatura pendiente.