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Repatriar a los migrantes reduciría la producción de Almería en un 80%

Antonio González, palmero afincado en Almería, defiende la necesidad de mano de obra extranjera ante la falta de relevo generacional

Trabajador migrante en España (archivo) / Niccolo Guasti

Trabajador migrante en España (archivo)

Santa Cruz de La Palma

Nació en Argual, Los Llanos de Aridane. Salió de La Palma hace 50 años para instalarse en Almería. Desde hace 30 años colabora con empresas que se encargan en la investigación de nuevas variedades pimientos o tomates. Antonio González Cabrera dibuja un mapa de la agricultura en la que la mano de obra extranjera se hace imprescindible.

Un empresario de Almería lo contrató para colaborar en esas labores de investigación. Allí estuvo durante ocho años hasta que se labró su camino. Transitó por distintas empresas internacionales de Holanda, Italia o Estados Unidos dedicadas a la investigación de nuevas variedades de productos hortofrutícolas a partir de la genética de semillas.

En España, según explica, se realiza mucha investigación en nuevas variedades de semillas, sin embargo, la producción se lleva a cabo en otros países donde la mano de obra es más barata. “En Tailandia, por ejemplo, es uno de los países donde más se produce. Aquí se hace el trabajo de buscar las líneas, tener un padre y una madre, para intentar conseguir variedades nuevas, pero el trabajo del cruce, que hay que polinizar flor por flor, se hace fuera de aquí. En Tailandia, algo en China, la India, en Filipinas también, se hace en sitios donde la mano de obra sea mucho más barata que aquí”.

Se busca la rentabilidad. Es el objetivo de cualquier empresa, tener beneficios y cuanto mayor sean mejor. Su conocimiento del sector en un lugar marcado por la mano de obra extranjera confronta discursos que están en auge que abogan por la expulsión de la población migrante en España. La historia que cuenta Antonio González Cabrera describe una situación muy diferente, esa mano de obra foránea resulta imprescindible para mantener las producciones, en este caso, de un lugar como Almería.

Según explica Antonio González Cabrera, “los datos de Almería en cuanto a invernaderos son impresionantes. Pasando a fanegadas, tiene sobre sesenta mil fanegadas de invernaderos, sobre treinta y tres mil hectáreas que son sesenta mil fanegadas”, principalmente de pimientos, tomates, pepinos, calabacín, berenjenas. En primavera también se cultiva sandía y melón. Unas producciones que dependen de esa mano migrante.

“Ahora mismo, sin la mano de obra de la inmigración, yo creo que Almería tendría, en lugar de esas sesenta mil fanegadas podría estar cultivando, a lo mejor, quince o veinte, no más”. Una situación que no solo se da en el campo, también en las empresas directamente relacionadas. “La mano de obra no está solo en los invernaderos, también en los empaquetados, un porcentaje muy alto son inmigrantes”.

Si como divulgan algunos discursos se prescindiera de esa población inmigrante, Antonio González se muestra contundente, “yo creo que del cien por cien que hay ahora mismo, se quedaría cultivando solamente un veinte por ciento, un ochenta por ciento no se podría seguir cultivando”.

Falta de relevo generacional

Los motivos son varios. Según explica Antonio González Cabrera, Andalucía se pusieron en marcha los Programas de Empleo Agrario antes conocidos como PER, lo que en Canarias conocemos como planes de empleo. “Para mantener los pueblos pequeños con vida, los ayuntamientos tienen el PER que dan trabajo durante meses, antes venía mucha gente de Huelva, de Sevilla de Córdoba que ya no vienen porque con el PER están en su pueblo, no ganan mucho, pero trabajan unos meses y, con lo del abuelo, se quedan en su pueblo”. Esas personas han sido sustituidas por mano de obra extranjera. “Principalmente marroquí, ahora senegaleses, del África subsahariana. Después hay otra inmigración, como Rumanía, que son muy activos”. Precisamente, añade Antonio González Cabrera, “aproximadamente el ochenta por ciento de la construcción de invernaderos lo hacen rumanos”.

Sobre las condiciones en las que se contrata esta mano de obra, se muestra claro. “Puede haber de todo como en todos sitios. No cobrarán mucho y no sé cada empresa qué relación tendrán las empresas con los trabajadores, pero hay muchas inspecciones y quien contrata a una persona ilegal o sin papeles tiene un problema gordo”. Quienes no están regulados, quienes no tienen papeles, entiende que “tienen que comer”. Reconoce que “la inmigración ilegal es un problema”, pero un problema de personas que “se tienen que buscar la vida”. La mayoría quiere labrarse un futuro, no en vano, muchas de las producciones se están arrendando a personas de nacionalidad extranjera dispuesta a trabajar una tierra para la que no hay mano de obra nacional.

A esto se suma otro problema, la falta de relevo generacional. Tal y como explica Antonio González Cabrera. “Al agricultor que le va bien, ¿qué hacen sus hijos?, estudiar. No hay una nueva renovación de gente joven que quiera trabajar en un invernadero. De hecho, un porcentaje muy alto de gente que tiene fincas en Almería son personas de 50 años para arriba”.

Habla de Canarias también, en una comparación quizás necesaria para entender que en todos los lugares la situación puede ser similar. “mis amigos me comentan que si no fuera por la migración cubana, a ver quién corta las piñas de plátano”. El denominador común en todos los lugares, personas que abandonan sus lugares de origen buscando una vida mejor. Como ya lo hicieron generaciones pasadas de españoles, entre ellos muchos canarios.

 

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