Nereida Pérez: "Estamos hablando de una vendimia de 600.000 kilos de uva, una producción similar a la de 2016"

Arrecife

La vendimia en Lanzarote ha comenzado oficialmente, y aunque inicialmente se temía un retraso significativo, finalmente ha arrancado en fechas similares a las de campañas anteriores.

Según fuentes del sector, el inicio escalonado se debe principalmente a una brotación irregular de las viñas, lo que ha provocado una maduración desigual del fruto. Así, muchas bodegas han optado por recoger uva solo ciertos días de la semana, en función del estado de madurez de las parcelas.

"Pensábamos que iba a empezar más tarde, pero al final lo ha hecho manteniendo la línea habitual de mediados de julio", explica Nereida Pérez, miembro del Consejo Regulador de la Denominación de Origen Vinos de Lanzarote.

Una vendimia de baja producción

En cuanto a la previsión de cosecha, el panorama es preocupante principalmente en su volumen. Se estima que la producción rondará entre los 600.000 y 700.000 kilos de uva, cifras similares a las de 2016, año que ostenta el récord de la vendimia más escasa desde que se tienen registros oficiales. El año pasado se recogieron cerca de 1,3 millones de kilos, una cantidad que ya representaba una fuerte caída frente a los más de 3 millones de 2023.

Esto se debe a las condiciones climatológicas que ha vivido la isla en el último año. Entre los factores, la falta de lluvias, el calor extremo y, especialmente, la escasez de horas de frío durante los meses de noviembre a enero, apuntó Pérez.

Posteriormente, las lluvias durante el periodo de poda y un descenso brusco de temperaturas provocaron una parada vegetativa imprevista que afectó aún más al desarrollo del cultivo.

Repercusiones en el mercado del vino

La escasa producción también tendrá un impacto directo en el volumen de vino disponible en el mercado. Se estima que se elaborarán unos 500.000 litros, una cifra muy por debajo del millón producido el año anterior. Esto podría comprometer la presencia de vinos lanzaroteños en grandes superficies y tiendas especializadas, lo que preocupa a las bodegas debido a los altos costes de posicionamiento y fidelización en estos canales de distribución.

No obstante, por el momento no se contempla una subida generalizada del precio de la botella. Aunque los costes de producción han aumentado significativamente, desde el transporte hasta los materiales como etiquetas, botellas y cápsulas, las bodegas mantienen cautela.

“Por ahora el precio en el mercado se mantiene estable, aunque no descartamos revisarlo si las circunstancias lo exigen”, apuntan desde el sector.

Actualmente, una botella de vino lanzaroteño en supermercados ronda entre los 13 y 15 euros, mientras que en restauración puede duplicar su precio. Esta diferencia genera cierto debate, especialmente entre los consumidores locales, que cada vez se lo piensan más antes de pedir vino en restaurantes.

A pesar de la baja producción, se prevé que el precio medio que recibirán los viticultores por kilo de uva se mantenga en los niveles del año pasado, en una horquilla entre los 3,20 y los 3,80 euros, con casos puntuales alcanzando los 4 euros. Esto supone un esfuerzo por parte de las bodegas para sostener la rentabilidad de los productores, a pesar de las dificultades.

"En los últimos años hemos pasado de precios de 1 o 1,5 euros por kilo a superar los 3 euros de forma constante. Es un logro importante que permite cierta estabilidad al sector", destacan desde el Consejo Regulador.

Sin embargo, advierten que seguir subiendo el precio podría trasladarse inevitablemente al consumidor final, algo que no todas las bodegas están dispuestas a asumir en este contexto de incertidumbre.

El sector vitivinícola de Lanzarote afronta una vendimia complicada, marcada por la escasez de producción y las dificultades derivadas del cambio climático. Sin embargo, confían en que la calidad del fruto compensará, al menos en parte, la merma en cantidad.

"Esperamos que esta campaña, aunque corta en volumen, sea excelente en calidad. Y sobre todo, que el próximo año nos acompañe un clima más favorable", concluyen desde el Consejo Regulador.

El compromiso con la sostenibilidad, la calidad y la defensa del producto local siguen siendo los pilares fundamentales sobre los que se apoya el futuro del vino lanzaroteño.