El conflicto por la vermutería Valentina escala: perforan el techo para un desagüe y caen cascotes
La gerente del local, Lola Gómez, llamó a la policía local tras el último incidente. La empresa insiste en que actúa legalmente, mientras los vecinos denuncian acoso inmobiliario

La Policía interviene en la vermutería La Valentina tras nuevos daños por las obras del hotel
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Las Palmas de Gran Canaria
La tensión en torno a la vermutería Valentina, en el barrio de La Isleta de Las Palmas de Gran Canaria, ha sumado un nuevo episodio este miércoles 24 de septiembre. Según denuncian sus responsables, operarios de la promotora Cientouno Group perforaron el techo del local para instalar una tubería de desagüe del futuro hotel que se construye en el mismo edificio, lo que provocó la caída de cascotes dentro del establecimiento. La gerente, Lola Gómez, llamó de inmediato a la Policía Local, que se personó en la calle Ferreras, número 13, a escasos metros de la playa de Las Canteras, para hablar con los promotores. La empresa sostiene que se trató de un accidente, pero para las afectadas este nuevo daño se suma a una larga lista de episodios que consideran parte de un acoso inmobiliario.

Situación insostenible para la vermutería Valentina. Un agujero en el techo, un local cerrado, y vecinos en guardia
“Llevamos abiertos desde 2018. Este empresario ha comprado todo el edificio menos nuestro local y, en principio, estaba interesado en la compra. Como la dueña no ha querido vender, han empezado a presionar con amenazas de cierre, de ocuparnos la terraza, de subirnos las derramas del edificio... un goteo de intranquilidad y desasosiego desde hace más de un año”, ha explicado en Hoy por Hoy El Drago la la gerente del establecimiento, visiblemente cansada por la situación.
El panorama dentro de la vermutería, cerrada desde hace más de dos meses por el corte de luz y las obras colindantes, es desolador. A las denuncias por la demolición de un muro medianero que daba acceso a uno de los baños, se añade ahora el desprendimiento de techo. La propietaria, Laly Rodríguez, insiste en que la promotora intenta apropiarse por la fuerza de 4,25 metros cuadrados de su local, espacio que lleva al menos medio siglo integrado en la propiedad de su familia.
La tensión ha despertado una fuerte reacción vecinal. “Hemos recibido el apoyo de más de 100 vecinos. Fue conmovedor, una liberación después de varios meses sufriendo”, relató Gómez tras la concentración del pasado martes en la que los residentes de La Isleta se agruparon frente al local con gritos de “no más abusos, todos con Laly”.
El último daño no solo afecta al baño. “Han hecho un agujero en el techo, ya no solo en el hueco del baño, donde creemos que quieren meter el ascensor. Ellos dicen que fue un error, pero yo lo interpreto como parte de la intimidación”, denuncia la gerente. Añade que los responsables de la obra pusieron condiciones incluso a la reparación: “Les han dicho a la policía que lo reparan si no los grabamos. No hemos insultado a nadie, solo grabamos. Los vemos sin casco, sin camisa y sin medidas de seguridad”.
La promotora Cientouno Group, por su parte, niega esas acusaciones y, en un comunicado, ha denunciado que sus operarios sufren amenazas, agresiones y daños materiales mientras desarrollan trabajos que, asegura, están legalmente autorizados y supervisados por técnicos. La compañía rechaza “las mentiras vertidas” sobre la propiedad y ha presentado querellas por lesiones a un trabajador, además de denunciar ante el Ayuntamiento la actividad del local por no cumplir, según sus cálculos, con los 40 metros cuadrados exigidos para este tipo de negocios.
Mientras tanto, la incertidumbre crece. “Tanto la Policía Local como el Ayuntamiento nos dicen que es un tema judicial y, mientras, nosotros sin descansar, con el establecimiento cerrado y perdiendo dinero. No tenemos ninguna respuesta positiva”, lamenta Lola. La única resolución judicial hasta la fecha rechazó la paralización de la obra por falta de pruebas sobre un riesgo estructural, lo que permitió a la promotora continuar con los trabajos. Entre cascotes, denuncias y concentraciones vecinales, el futuro del local y la convivencia en la zona siguen pendientes de lo que decidan los tribunales.




