Economía y negocios

El ruido en las ciudades: Un problema de salud que expulsa a los vecinos y frena a las terrazas

Ayuntamientos como el de Santa Cruz de Tenerife y Las Palmas de Gran Canaria han restringido la actividad al aire libre de algunas áreas hasta las diez de la noche

El ruido en las ciudades: Un problema de salud con pocas soluciones más allá de las terrazas

Las Palmas de Gran Canaria

La conciliación entre los vecinos de las grandes ciudades y la actividad de los locales de restauración en los barrios parece casi imposible. Continúa la polémica en Las Palmas de Gran Canaria por la recogida adelantada de las terrazas entre Joaquín Costa y Fernando Guanarteme. Tras dos sentencias, el Ayuntamiento ha emitido una resolución con la que ordena definitivamente que tienen que estar cerradas a las diez de la noche.

Los empresarios entienden a los vecinos denunciantes, pero critican que el Ayuntamiento no les ha dado margen para poder articular medidas de conciliación entre la actividad y el derecho al descanso de los vecinos. En cambio, estos lamentan haber recurrido a los tribunales en lugar de haber atendido, hace diez años, a las peticiones de los vecinos de diálogo.

El punto de las discrepancias se sitúa en los informes encargados por los vecinos para analizar el impacto de los ruidos en la zona. Las conclusiones no dejan margen a las dudas y la justicia ha requerido al consistorio dirigido por Carolina Darias a tomar cartas en el asunto: la actividad al aire libre debe terminar a las diez de la noche y tan solo dispondrán de media hora más para recoger. "Estamos abiertos al diálogo, tenemos que tener medio técnicos porque, sin ello, no vamos a conseguir la convivencia que necesitamos; es el cumplimiento estricto de la ley y de una sentencia judicial que estamos ejecutando", afirmó Mauricio Roque en SER Las Palmas.

Sin embargo, los argumentos municipales no convencen a los empresarios. Son once los locales afectados en la zona de Joaquín Costa en la capital obliga a terminar la actividad de las terrazas a las diez de la noche y tenerlas recogidas a las diez y media. "Hay voluntad y medidas materiales para evitar que se generen molestias a los vecinos", afirmó contundente José Miguel Sánchez, presidente de la Asociación de empresarios de la Restauración en Gran Canaria. "Las molestias no se ponen en duda, pero los restauradores que trabajamos podríamos tener posibilidad para cerrar entre las once o las once y media y evitar que los vecinos sufran los ruidos".

Las postura del consistorio se alinea con el deseo de los vecinos y su larga lucha para poner freno a los ruidos que ha tenido graves consecuencias económicas. En algunos casos, ha obligado a que algunos vecinos abandonen sus viviendas por resultar "insoportable".

La lucha vecinal tiene nombre propio: Alberto Álamo ha ejercido durante todo este tiempo como portavoz del grupo de vecinos y cara más visible de su malestar. "Me imagino que en la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria hay más problemas de este tipo, pero imagino que no todo el mundo puede demostrarlo", recuerda Álamo. "Cuando empiezas con un tema como esto, tienes que demostrarlo" con informes. La casuística es muy amplia, según Álamo, y lamenta que "aquí hay vecinos que han tenido que vender su casa, otros han tenido que comprar otras viviendas para poder descansar, hay personas que, teniendo su casa, se han ido de alquiler a otras zonas..."

En Santa Cruz de Tenerife, un problema similar

Este no es el único lugar en Canarias afectados por unas medidas especiales contra el ruido que las diferencia de las demás. Hace cinco años, en la plaza de Irineo González de Santa Cruz de Tenerife, también los restauradores tuvieron entonces que afrontar una ordenanza similar que, hasta hoy, se mantiene. "Hemos adaptado los horarios de los empleados, también nuestros propios horarios y nuestros clientes, que nos conocen, saben que sobre las once menos cuarto tienen las cuentas sobre la mesa y se deben marchar", afirma Cristina Hernández, propietaria de Sabela.

Sin embargo, a pesar de que los empresarios de la zona han conseguido conjugar sus intereses con lo de los vecinos denunciantes, entiende Hernández que "esta medida es invasiva; no entendemos que nos discriminen con respeto al resto", lamentó. "También creo que hay una cierta protección de la Administración porque, con el sonómetro en la mano, no se cumple ni los decibelios diurnos en terrazas, mercados, estadios de fútbol, el tranvía... Podemos seguir hasta la eternidad", dijo en Hoy por Hoy Canarias.

"El ruido es incompatible con la convivencia"

El ruido se ha convertido en uno de los grandes caballos de batalla de los vecinos de las grandes urbes canarias. Los límites de la convivencia entienden que se han sobrepasado y quienes se aventuran a judicializar los procesos llegan a conclusiones positivas a favor de sus intereses. Sin embargo, no se trata de tan solo una decisión judicial razonada; las consecuencias del ruido sobre las personas tiene efectos directos sobre la salud de todos ellos.

La abogada especialista en esta clase de causas, Yomara García, que forma parte de Juristas Contra el Ruido, ha sostenidos siempre las "incompatibilidades" que producen los sonidos callejeros a un volumen muy alto. "Año tras año se ha demostrado, a través de resoluciones judiciales, que grandes eventos como los Carnavales, son incompatibles con el uso residencial", advierte García, quien añade que "los ayuntamientos deberían buscar soluciones para sus administrados".

"Existen límites tanto diurnos como nocturnos que se ha constatado, año tras año, que no se controlan, que se superan con creces; llegan a vibrar las ventanas", avisa García sobre fiestas multitudinarias como los Carnavales. "Hay muy poca distancia entre los emplazamientos" dedicados a estas fiestas.