La felicidad no tiene prisa

Santa Cruz de Tenerife

La OCDE es la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico y se dedica a medir la economía, la educación y el bienestar en el mundo entero…

Todo lo que se puede comparar (todo lo que se pueda medir) se dedican a medirlo ellos… Y aunque suelen ser informes generalmente interesantes es su último trabajo el que nos ha dejado perplejos.

Ese estudio dice que los niños canarios son los más revoltosos de toda España, antes de empezar las clases. Y por revoltoso no se refiere a que sean agresivos en el aula (tampoco que se escondan a ‘vapear’ en el recreo), sino que por “revoltoso” entienden estos expertos que nuestras hijos y nuestras hijas se toman con mucha calma lo de empezar a producir desde pequeños.

Los autores del estudio llegan a esa conclusión, porque cada clase de infantil y de la ESO en Canarias empieza con 12 minutos de retraso. Y esos 12 minutos son un 20 por ciento de horas lectivas menos.

Si lo llevamos al lenguaje de la OCDE, ese 20 %, es escaqueo.

Lo que no se para a analizar el informe es si lo que se interpreta como una falta de disciplina, resulta que a lo mejor es un regalo de vida. Y lo que ellos consideran “ruido” en realidad es energía.

Que los canarios vamos a otro ritmo lo saben en Cuenca y lo saben hasta en China. Y entre el “buenos días” del profesor; el “guarden los móviles, por favor”; y el “dale saludos a tu padre y a tu tía, porque a los dos les di clase yo”, no es que se te vayan 12 minutos, es que (a nada que te despistes) se te puede ir la vida.

Que se hagan estudios está muy bien, pero no estaría de más que se hiciera un trabajo de campo previo para mirar con perspectiva.

Y que los observadores vinieran a ver qué pasa a los 8 de la mañana en un colegio de Valverde, del Sobradillo o de Guía.

A lo mejor descubrirían que esos 12 minutos no son una pérdida de tiempo, sino que son justamente esos 12 minutos los que le dan sentido al día...

Jamás he visto a nadie feliz que vaya con mucha prisa.

3.900 funcionarios y 400 millones de euros de presupuesto, para esta ‘simplonería’.