Menores acosan a menores

Santa Cruz de Tenerife
Impacta ver el video que se ha viralizado de una pandilla de menores acosando y humillando a otro. Más que las bravuconadas de un líder bobalicón, que dobla en cuerpo a la víctima. Más que la actitud estúpida de quienes los rodean, niños y niñas que pasean delante de la cámara mientras el otro acosa, le jalean con risas y solo le dicen que pare unos segundos cuando hace amago de quemarlo con una colilla... Más que todo eso, lo que realmente duele al espectador de semejante bajeza humana es la actitud absolutamente dócil del abusado. Harto probablemente de soportar acoso y paralizado por el miedo, el menor se deja hacer resignado. Primero repite la frase que el aspirante a matón le obliga a decir: que él es “el puto amo”, bien alto y varias veces hasta que el jefe de la panda se da por satisfecho. Luego le obliga a fumar y fuma; a sentarse y se sienta. Tampoco intenta defenderse cuando le coge el brazo y le acerca la colilla encendida. Permanece los casi seis minutos que dura la grabación de pie, acongojado, esperando que la tortura termine, como si no le quedara otra cosa en la vida que seguir el guion de un destino miserable que nadie puede cambiar. Los menores que acosan y ríen son culpables de denigrar a otra persona; nosotros, la sociedad, culpables de que las víctimas se sientan tan, pero tan desamparadas.

Marta Cantero
He trabajado en diversos medios de comunicación de las Islas, tanto en Gran Canaria como en Tenerife,...




