Sin emociones está la nada

Santa Cruz de Tenerife

Con las luces de Navidad encendidas en media Canarias, afrontamos la última semana de noviembre con calima flotando en el aire, con el mar embravecido y mirando ya donde vamos a celebrar la nochebuena y a pasar el fin de año.

Pensando también en qué le vamos a pedir a Papa Noel y a los Reyes Magos.

Yo les tengo que confesar que este año me está costando.

El mundo está tan disparatado (y va todo tan rápido) que uno no sabe que pedir cuando piensa en los regalos.

Lo primero que me vino a la cabeza fue en un coche eléctrico que no fuera muy caro, pero luego me di cuenta de que no hay donde cargarlos.

Después me pudo el altruismo y apunté un aumento de sueldo para todos: aunque de nada sirve esa subida, si cuando queremos alquilar un piso no hay oferta en el mercado.

Así que otro tachón en una carta, que no iba a ningún lado.

Viendo las listas de espera en la sanidad, pensé en un seguro privado, pero ahora pagas una cuota todos los meses y los especialistas de la privada también están saturados.

En mi enésima misiva real, apunté del tirón: menos ‘bulling’ en los colegios; cobertura en los móviles para el sistema 'viogén’ y muchos más centros sociosanitarios...

Políticas serias de natalidad y menos cheques regalo...

También medidas efectivas de movilidad, para acabar con los atascos...

En el plano nacional: Respeto a la justicia y no criticar desde el Gobierno sentencias del Supremo sería un buen regalo.

También elecciones anticipadas, porque un país sin presupuesto está paralizado.

A nivel internacional, mesura de Trump con Venezuela; el fin de la guerra de Rusia con Ucrania; un plan de paz serio para Gaza y respeto de Marruecos hacia el Sáhara.

Lo único que se ha quedado igual en todas esas cartas, son los ascensos del Tenerife y de Las Palmas.

Porque la vida son ilusiones y sin emociones está la nada.

Hoy va a ser más fácil ponerle ganas a la semana.