Los "pero" envenenados

Santa Cruz de Tenerife

"Pero" es una conjunción adversativa, que tiene tanta fuerza, que su mera inclusión en una frase anula todo lo dicho con anterioridad.

Esta observación no es una norma gramatical (porque no lo dice la RAE, ni tampoco viene en ningún manual), pero es tan evidente su poderío en el lenguaje cotidiano, que se ha convertido en una de las frases más contundentes (una de las que más me gusta) de la sabiduría popular.

Así que todo lo que se dice antes del “pero” suele ser una falacia, o simplemente una mentira.

Si Alfonso Cabello (portavoz del Gobierno canario) comenta que es cierto que están saliendo más menores migrantes de las Islas, “pero” que el Gobierno de España no ha cumplido con el mandamiento del Supremo, lo que quiere decir en realidad es que nos siguen tomando el pelo.

Y si Pedro Alfonso (presidente de la patronal) afirma que es verdad que los empresarios canarios podrían subirle el sueldo a los trabajadores, “pero” que esa subida tendría que llevar aparejada un incremento de la productividad, pues qué quieren que les diga: blanco y en botella.

El ejemplo vale también para Ángel Víctor Torres, que ha comentado ante la prensa que acata la condena al fiscal general del Estado, “pero” que no comparte la decisión judicial. Y acatar, “pero” no compartir (al menos para un ministro) no parece una buena idea.

Junts justificó hace unos días su ruptura con el PSOE en la hipocresía y en el cinismo, “pero” ahora sabemos que la decisión coincide con el batacazo que se dan los de Puigdemont en todas las encuestas.

Y me olvidaba de Pedro Sánchez, que no reconoce a Nicolás Maduro como el presidente que obtuvo el respaldo mayoritario del pueblo venezolano, “pero” (añade Sánchez) que eso no es óbice para que no se respete el derecho internacional.

Eso es tener arte, para salir por peteneras... Sólo le faltó decir, que le encantan las arepas.

Luego están aspectos más banales de la vida cotidiana, que son los que nos afectan.

Iba a salir a correr, pero está lloviendo.

Me gustas, pero no me entiendes.

Y el socorrido te iba a invitar a comer, pero me he dejado la cartera.

La próxima vez que oigan un “pero”, háganse un favor: lo de antes, no lo crean.