La nueva vida de Omar en Canarias: del viaje en patera a soñar con ser Policía Nacional

Las Palmas de Gran Canaria

Con solo 16 años, Omar Benamaroubrahim se subió a una patera rumbo a Canarias. Procedente del Sáhara, llegó a Lanzarote tras un viaje incierto y peligroso. Allí pasó cuatro meses antes de ser trasladado a Gran Canaria, donde comenzó a reconstruir su vida desde cero, sin familia y sin referentes. Hoy, con 18 años, comparte un piso con otros seis jóvenes extutelados y cuenta con el apoyo de educadores y trabajadores sociales del Gobierno de Canarias para dar pasos que para otros pueden parecer simples: abrir una cuenta bancaria, gestionar el dinero o hacer la compra. Omar, que habla perfectamente español gracias a las clases recibidas y su superación personal, se ha formado en fontanería, estudia jardinería y asegura que ha tenido que “sacrificarse mucho” para labrarse un futuro. Su meta es clara: seguir estudiando y convertirse algún día en Policía Nacional. Actualmente, trabaja en Satocan como técnico de mantenimiento.

"A veces me he tenido que despertar a las tres y media de la mañana para estudiar, llegando a estudiar para sacarme cinco cursos a la vez, y volver a casa a las doce de la noche, dice, mientras explica que siempre ha tenido claro su objetivo, ya que "si quiero trabajar, necesito formarme y así lo he hecho desde que llegué. He tenido suerte, pero me he esforzado mucho y estoy muy agradecido a Satocan".

Gracias al programa Urdimbre del Gobierno de Canarias, Omar trabaja y tiene una oportunidad que considera decisiva para cambiar su vida y la de su familia. Durante la presentación del acuerdo con esta empresa, el joven añadió que "me esfuerzo diariamente para trabajar y ayudar a mi familia, que está en África".

Y su sueño es de llegar a ser Policía Nacional en Canarias, pero "ahora mismo no puedo hacer esos estudios porque no tengo la nacionalidad. Cuando la obtenga me gustaría formarme y ser Policía Nacional aquí".

La integración que transforma miradas

Para Judith Vega, la directora de Recursos Humanos en Satocan la clave no está solo en la formación —certificados de profesionalidad, idiomas, capacitación específica— sino en la convivencia y la inclusión real. “La integración de estos chicos supone un cambio de mirada dentro de las empresas. Quienes trabajan con ellos y los conocen cambian sus percepciones y comprenden que han venido a esforzarse y a construir una vida mejor”, comenta. Un ejemplo es el de una gobernanta que le expreso que "vive cerca de un centro de menores y al principio ver a todos estos chicos por la zona le daba miedo, mientras que ahora tiene ganas de abrazarles".

El objetivo, subraya Francis Candil, el viceconsejero de Bienestar Social es doble: ofrecer a estos jóvenes una oportunidad real de futuro y, al mismo tiempo, cubrir la necesidad de mano de obra en sectores clave de la economía canaria.

Un proyecto que cambia vidas: el programa Urdimbre

La historia de Omar es solo una de las casi 480 que ya han encontrado una oportunidad laboral a través del programa Urdimbre, impulsado por la Consejería de Bienestar Social del Gobierno de Canarias. La iniciativa busca facilitar la inserción sociolaboral de jóvenes que han estado bajo la tutela del Ejecutivo y que, al cumplir los 18 años, deben abandonar el sistema de protección.

Para hacerlo posible, más de veinte empresas canarias se han sumado a esta red, ofreciendo empleo y formación a jóvenes que buscan empezar de nuevo en sectores como la hostelería, el turismo, el mantenimiento o la construcción. Solo en Satocan, una decena de jóvenes extutelados ya han conseguido un contrato laboral.

Historias como la de Omar muestran que, cuando empresas, administración y sociedad van de la mano, la integración no solo es posible, también cambia vidas y favorece la integración plena de estos chicos y chicas que solo buscan un futuro mejor.