A algunos políticos hay que recordarles que el dinero que manejan no es suyo sino nuestro

Santa Cruz de Tenerife

Canarias se levanta este miércoles con dos buenas noticia. La primera, la probación de los Presupuestos para 2026, que ascienden a 12.500 millones de euros. La segunda, es que el Consejo de Ministros ha aprobado un real decreto de cien millones, para poder atender a los menores migrantes que llegan a nuestras costas. Y esta última sería una noticia feliz si no fuera por un comentario a destiempo de Ángel Víctor Torres.

El Gobierno de Canarias dice que el dinero llega "tarde y mal" porque nos los prometieron en verano y hemos tenido que adelantarlo para poder ir pagando las facturas. Y a Torres no se le ha ocurrido otra cosa que, en lugar de pedir disculpas por ese retraso, sacar pecho diciendo que el Estado está costeando algo que por ley nos corresponde pagar a todos los canarios.

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Uno oye al ministro y se queda anonadado. Y se pregunta para sus adentros: ¿A los canarios por qué? Tal vez porque cuando Dios creó el mundo decidió poner a estas islas más cerca de los africanos. O porque resulta que el Gobierno del que él forma parte se ha vuelto solidario.

A veces ocurre que, cuando uno lleva muchos años dedicándose a la política, acaba creyéndose que el dinero que destina a uno u otro asunto lo pone de su bolsillo. Pero eso no es verdad: sale de los nuestros. Sale de los impuestos que paga usted por ser autónomo, por dar clases en un colegio o por trabajar de panadero. Sale de muchos sitios, pero no lo ponen ellos.

Así que cuando presumen de ese ‘buenismo’ y de esa falsa solidaridad, lo que piensa uno en realidad es que nos están tomando el pelo. Esos cien millones de euros son más necesarios, seguramente, que la salvajada que nos va a costar la condonación de la deuda a Cataluña.

Así que Ministro, un poquito de por favor, que usted no es nuevo en la oficina. Pilar Alegría dijo, en su despedida como portavoz, que los periodistas hemos sido cada martes en las ruedas de prensa su “pequeña tortura”. Un día de siete se puede soportar. Pero 7 de 7, que es lo que aguantamos nosotros oyendo todas estas cosas, son una locura.