La lucha de Elías visibiliza problemas estructurales en la alimentación infantil en hospitales de Canarias y los traslados a la Península en edades tempranas
Su padre explica que al proceso de recuperación se le suman las deficiencias que han vivido en el Hospital Materno Infantil y pone el foco en porqué los menores de 15 años deberían poder tener estas intervenciones en las Islas

El padre de Elías Herrero muestra en redes sociales la comida del Materno Insular en comparación a la actual que recibe el niño en Madrid

Las Palmas de Gran Canaria
En el Día Nacional del Niño con Cáncer, una jornada para visibilizar una enfermedad que sigue siendo la principal causa de mortalidad infantil, la historia de Elías Herrero vuelve a poner el foco en las carencias que denuncian muchas familias en Canarias. A nivel nacional, se registran unos 900 casos de cáncer infantil cada año en menores de 15 años. En las Islas, según los últimos datos, se contabilizan alrededor de 40 nuevos casos anuales.
Elías es un niño grancanario de ocho años con leucemia. Hace unos días recibió en Madrid su trasplante de médula ósea, tras meses de espera, gracias a un donante anónimo procedente de Polonia. Su familia habla ahora de “días de renacimiento” en redes sociales, una etapa tan necesaria como dura dentro de un proceso largo. “Hoy cumplimos diez días de renacimiento”, explica su padre, Nauzet Herrero. “Son días muy difíciles, pero es parte del camino hasta llegar a la meta”.
El pequeño permanece ingresado en el Hospital Niño Jesús de Madrid, donde se prevé una estancia de entre tres y seis meses, dependiendo de su evolución. Una hospitalización prolongada que, según su padre, se hace aún más cuesta arriba cuando fallan cuestiones básicas como la alimentación. Elías sufre mucositis, una inflamación severa de la boca y la garganta causada por el tratamiento, que le impide comer con normalidad. “La boca y la garganta están completamente llenas de llagas”, relata Nauzet. “No puede comer ni sólido ni líquido”. Ante esta situación, la familia intenta buscar alternativas para que el niño no siga perdiendo peso. “Ahora mismo voy a ir a un supermercado a comprar helado, que es lo único que le apetece”, cuenta. “Le hacemos batidos con suplementos de proteínas para que, por lo menos, mantenga el cuerpito poco a poco, porque los médicos ya nos están hablando de alimentarlo por la vía”.
Pero la denuncia va más allá del caso concreto de Elías. Nauzet Herrero compara de forma directa la atención recibida en Madrid con la de los hospitales canarios, especialmente en lo relativo a la comida. “No quiero culpar a ninguna cocina ni a ningún hospital”, aclara, “pero la alimentación beneficia muchísimo y hay que buscar soluciones”. En el Hospital Niño Jesús, explica, los niños pueden elegir el menú con antelación. “El día anterior vienen con un papel y tienes cinco tipos de desayuno, cinco de merienda, tres tipos de almuerzo y tres de cena”, detalla. “Puedes elegir carne, pescado, purés, sopas, cremas… lo que quieras”.
Incluso en el momento actual, cuando Elías no puede comer, el sistema se adapta a sus necesidades. “Si en el menú pones que quieres un Calipo, el típico helado de hielo, la cocina te lo trae”, comenta. “Eso no es un capricho, es buscar la estabilidad, el bienestar y, sobre todo, los derechos del niño hospitalizado”. Una realidad que, según denuncia, no siempre se garantiza en Canarias. “No sé si se está recortando en comida, si se recorta desde los despachos o si ese dinero se queda en otro sitio”, afirma. “Ese no es mi problema. Mi problema es mostrar lo que está pasando y hacer la comparativa”.
El impacto de estas carencias, insiste, es directo sobre la recuperación. “La comida ayuda a que los niños tengan más fuerzas, y cuando no comen, todo recuerda más cuesta arriba”.
A esta denuncia se suma otra reivindicación de fondo, como es que determinadas intervenciones médicas no se realicen en Canarias en menores de 15 años, obligando a las familias a desplazarse. “¿Por qué un niño no tiene derecho a operarse cerca de su familia, de sus amigos, de su entorno?”, se pregunta. “Es más fácil trasladar a un niño que mover el mecanismo necesario”.
Las consecuencias no son solo logísticas, sino también emocionales. “Mi hijo ha dejado atrás su vida entera”, explica. “Ha dejado a su familia, a sus amigos, su colegio. Psicológicamente está muy tocado”. Elías recibe ahora tratamiento psicológico para afrontar ese duelo. “Es muy duro romper una infancia”, lamenta su padre. “Y no es justo para el que venga detrás”.
Mientras tanto, la familia seguirá en Madrid durante los próximos meses, pendientes de la evolución del pequeño Elías y con la esperanza puesta en que el trasplante marque el inicio de su recuperación.




