La Cueva de El Castillo cierra parte de su recorrido por la aparición de algas junto a las pinturas

Santander

La aparición de microorganismos cerca de los bisontes del conocido como panel de los polícromos o de las superposiciones de la cueva del Castillo, en Puente Viesgo, ha obligado a cerrar parte del recorrido por esta cavidad declarada patrimonio de la humanidad por la Unesco.

No son bacterias ni hongos sino algas que han dejado pequeñas manchas de color verde en la roca aunque, afortunadamente, no sobre las pinturas, ha explicado este viernes el director de las cuevas prehistóricas de Cantabria, Roberto Ontañón, quien ha informado de la detección de estos microorganismos junto al vicepresidente y consejero de Cultura, Pablo Zuloaga, y la directora general de Patrimonio, Zoraida Hijosa.

Mientras se actúa contra las algas, los visitantes de las cuevas de Puente Viesgo harán un recorrido alternativo en el que, según Ontañón, podrán ver otras zonas de la cueva "muy interesantes" que habitualmente no se muestran al público, los conocidos entre los especialistas como los paneles de los signos campaniformes y del "gran signo tectiforme".

Los conservadores de la cavidad se percataron de su existencia en 2019 y la primera medida que tomaron fue apagar la iluminación de guía porque la clorofila de las algas se alimenta de la luz.

Desde ese momento los guías enseñaban las pinturas con iluminación portátil a los grupos de visitantes, ahora de un máximo de trece personas, aunque durante toda la pandemia y hasta hace poco tiempo se han reducido a la mitad.

Informe del CSIC

Según Pablo Zuloaga, con esa medida se ha conseguido detener la proliferación de las microorganismos pero no que desaparezcan, y por eso se ha decidido modificar el recorrido mientras se trabaja en eliminarlas.

Antes se va a elaborar un informe con la colaboración del CSIC, y la participación del prestigioso restaurador de arte rupestre Eudald Guillamet.

Zuloaga ha subrayado además que la colonización es "incipiente" y que en el momento en el que se ha encendido "la luz de alarma", se han tomado medidas.

"Esto es fruto de una gestión responsable. Estamos atentados a la aparición de cualquier alteración que no se hubiera detectado para actuar y eso es lo que se ha hecho", ha incidido Roberto Ontañón, director también del Museo de Arqueología y Prehistoria de Cantabria.

En todas las cuevas, ha añadido, hay colonias de microorganismos y lo que hay que hacer es no alterarlos pero a veces ocurre por causas naturales o por el impacto humano, como ha pasado en las cuevas francesas de Lascaux o en la propia Altamira, que construyó una réplica y ha limitado las visitas a la cavidad original a cinco personas a la semana, los viernes, y de una larga lista de espera.

En el caso de la cueva de El Castillo es optimista porque la colonización es incipiente y "va a ser más fácil de controlar".

Cree que es cuestión de meses acabar con las algas, un trabajo muy delicado que se hará por medios mecánicos, utilizando instrumentos de precisión y agua desmineralizada.

Son métodos distintos a los que se utilizaron entre los setenta y los noventa, cuando se recurría a los biocidas para matar a los hongos, bacterias y otros microorganismos que amenazaban la integridad de las pinturas rupestres.

En El Castillo han proliferado cerca de unos bisontes rojos que recuerdan a los de Altamira, hasta el punto de que incluso hay una tesis doctoral que plantea la posibilidad de que unos y otros saliesen de la misma mano. En cualquier caso están datados en la misma época del Magdaleniense.

El panel en el que se encuentran es conocido como el de las superposiciones porque su autor los trazó sobre otras pinturas de e épocas anteriores, creando así también un efecto de falsa policromía; y de ahí, su nombre alternativo.