SER Capaces | Aurum, la Asociación de personas autistas de Cantabria que busca visibilizar la realidad de las personas neurodivergentes y reivindicar sus derechos
En Hoy por Hoy Cantabria charlamos con parte de su junta directiva
SER Capaces: Aurum, primera asociación de personas autistas de Cantabria
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Santander
El trastorno del espectro autista experimenta crecimiento y, aunque se ha avanzado gracias a la visibilización social, siguen pendientes retos en diagnóstico precoz, en poder proporcionar terapias intensivas tempranas y en diversos aspectos para lograr un proyecto vital autónomo, sobre todo con un trabajo, ya que el índice de desempleo en autismo está entre el 80 y el 90 %. Alberto Baliñas, gerente de la asociación Aptacan, de padres del síndrome de trastorno del espectro autista de Cantabria, una entidad que existe desde hace 21 años, destaca que la sensación que tienen es “de un aumento exponencial”, ya que reciben a más de cien familias nuevas al año. Desde hace un año, esta lucha se ve acompañada por el trabajo de Aurum, la primera asociación de personas autistas de Cantabria. En Hoy por hoy Cantabria nos han contado su labor su presidente, Alejandro Muñoz y otros dos miembros de la Junta Directiva, Enrique García e Ibón Beguiristain.
A Alejandro, pasados los 30 le diagnosticaron autismo de grado. “Los casos de segundo y tercer grado son más notorios, tienen más apoyos. Los autistas de primer grado somos los invisibles”. Muñoz es programador informático, uno de esos trabajos que, con suerte, consiguen los autistas que terminan sus estudios, algo que no han podido conseguir ni García, ni Beguiristain.
Uno de los mayores desafíos es el desarrollo de un proyecto vital autónomo y para ello es clave acceder a un trabajo.
Para el colectivo son necesarias políticas de apoyo al empleo protegido, y que quien padece un autismo de mayor grado reciba ayuda de una persona externa en su puesto de trabajo hasta que lo desempeñe de manera correcta.
En el caso de las personas con más capacidad y autonomía, “el gran problema es su carencia en habilidades sociales, que hace que no superen nunca las entrevistas de trabajo”, apunta Baliñas.
Y ello aunque su capacidad de trabajo “sea igual o mejor” que la de los otros aspirantes al trabajo.
“Esa incapacidad en la habilidad social y en la relación con los demás hace que muchas veces no superen ni siquiera la primera entrevista.
Se requieren políticas de apoyo, que protejan un poquito a este colectivo. Justamente el autismo es el que mayor índice de desempleo tiene dentro de toda la discapacidad”, dice el gerente de Aptacan.
Cantabria, “atrasada”
Baliñas pone el foco en las “serias complicaciones” para el diagnóstico porque hay “carencias” en las estructuras sanitarias que deberían hacerse cargo de esa valoración para determinar si hay trastorno.
Según señala, en el ámbito sanitario en Cantabria no existe un protocolo, de modo que cuando surgen las sospechas las familias suelen llegar antes al trastorno del espectro autista desde el ámbito escolar, que suele dar la voz de alarma.
“No hay un proceso de cribado, no hay un protocolo en el que sepamos que si hay sospechas hay que derivar a salud mental, a neuropediatría o a atención temprana. Y entonces es la propia familia muchas veces la que tiene que buscar ese camino, y acaba también yendo fuera, a recursos especializados, en Madrid, en Salamanca, en País Vasco…”, subraya.
El gerente de Aptacan incide en que no hay una uniformidad en los recursos y prestaciones entre las comunidades autónomas, dado que la sanidad está transferida y de ahí depende “que haya más facilidades o no”.
Y Cantabria, según lamenta, es de las que está “más atrasada”.
Diagnóstico tardío
El diagnóstico tardío es un problema porque una de las mayores necesidades de las personas con trastorno del espectro autista es la terapia intensiva, sobre todo al principio.
“Necesitamos que desde la sanidad pública se les preste una intervención terapéutica específica y atención temprana. Existen metodologías de trabajo especiales para el autismo que están dando muy buenos resultados. Por eso necesitamos diagnosticar temprano”, insiste Baliñas.
Y añade que con estos tratamientos se lograrían cotas de normalidad muy altas. “Vamos a conseguir que estas personas se inserten en la sociedad, porque si no el gasto de una persona dependiente a lo largo de toda su vida supone mucho más”, recalca.
A su juicio, se precisa abarcar el autismo desde una perspectiva más sanitaria, porque hay “muchas carencias”, desde el diagnóstico a la intervención terapéutica.
Los apoyos, para Aptcan, están viniendo más del entorno educativo. “En educación podríamos decir que es donde mejor estamos”, apostilla.