A Vivir Cantabria
Sociedad

Luciano Allende Saiz, el cántabro que desafió a la barbarie nazi

De Valderredible al corazón de la resistencia francesa

Cantabria en persona, Luciano Allende y su lucha contra el nazismo

Santander

Luciano Allende Saiz nació en 1898 en Arantiones, un pequeño pueblo de Valderredible (Cantabria). Lo que parecía ser la vida de un paisano más, escondía una historia extraordinaria que lo llevaría a convertirse en símbolo de la resistencia humana frente al horror.

Una historia que contamos en la sección 'Cantabria en persona', que ponemos en marcha esta temporada en el programa A Vivir Cantabria de la cadena SER y que realizamos en colaboración con Juan Carlos Cabria, filólogo clásico, profesor, escritor e historiador.

Activismo, amor y tragedia

A los 15 años emigró a Francia, donde comenzó a trabajar en fábricas de vidrio. En los arrabales de París entró en contacto con el mundo revolucionario y el anarquismo, iniciando una vida marcada por el activismo político.

Luciano no solo se implicó en movimientos anarquistas, sino que fundó junto a su compañera una colonia naturista, vegetariana y esperantista. Un estilo de vida alternativo que reflejaba su compromiso con el cambio social.

La muerte de su compañera durante una persecución policial fue un duro golpe, pero no lo detuvo. Continuó su lucha, convencido de que otro mundo era posible.

Guerra civil y exilio

En 1936, tras el triunfo del Frente Popular, regresó a España para apoyar la causa republicana. Participó activamente en la Guerra Civil y, tras la derrota, se exilió de nuevo a Francia junto a miles de combatientes.

Allí pasó por diversos campos de internamiento, de los que logró escapar y se unió a la resistencia francesa bajo el seudónimo de 'Toto'.

Toto, el símbolo de la resistencia

Luciano se convirtió en un miembro clave de la resistencia contra la ocupación nazi. Organizó acciones, sirvió de enlace entre grupos y fue perseguido por la Gestapo, que lo detuvo en marzo de 1944.

Fue deportado a varios campos de concentración, entre ellos el de Neuengamme, en Alemania. Su número de prisionero fue el 31.417, pero a pesar de las condiciones inhumanas, consiguió sobrevivir.

La foto que lo inmortalizó

Una imagen tomada en el campo de concentración lo convirtió en símbolo de la resistencia: Luciano aparece mirando fijamente a la cámara, con otro prisionero moribundo a la espalda. Una mirada desafiante que representa la dignidad frente al horror.

Liberado por los paracaidistas estadounidenses en mayo de 1945, pasó casi dos años recuperándose en hospitales franceses. Nunca se recuperó del todo, pero logró rehacer su vida junto a su esposa Mariet, dedicándose a la apicultura.

Un legado que no debe olvidarse

Luciano Allende Saiz es un ejemplo de cómo detrás de una vida aparentemente sencilla puede esconderse una historia extraordinaria. Su figura ha sido reconocida con una placa en su pueblo natal, y su familia, especialmente su sobrina nieta Eva Muñoz trabaja para mantener viva su memoria a través de la asociación Amical Neuengamme.

Historias como la de Luciano nos recuerdan que muchas personas anónimas contribuyeron con su sacrificio a construir el mundo que hoy conocemos. Su historia es también la nuestra.

El profesor, historiador y escritor José Manuel Puente ha publicado un libro sobre los "Cántabros en los campos de exterminio nazis (1940-1945). Resistencia y deportación" en la que aparece la biografía detallada de Luciano Allende Saiz.

Conchi Castañeda

Licenciada en Ciencias de la Información por...