Juan José Barruetabeña, alcalde de Argoños asegura que ya se avanza en la reubicación de los afectados por los derribos: "Vamos a darles una solución, cueste lo que cueste"

Cantabria

Enclavado entre marismas y montes, Argoños es un municipio que presume de tranquilidad, belleza y hospitalidad. Pero bajo esa postal idílica se esconde una herida abierta desde hace más de dos décadas: la sentencia firme de derribo de 254 viviendas construidas sin cobertura legal. El conflicto, que afecta a urbanizaciones como La Llana y Pueblo del Mar, ha marcado la vida de sus vecinos y la gestión de sus alcaldes. Hoy, el proceso de demolición de 120 de esas viviendas está en marcha, mientras se negocia la reubicación de los afectados.

Juan José Barruetabeña, alcalde de Argoños, nos recibe en el Centro de Interpretación 'Molino de Jado', uno de los rincones más emblemáticos del municipio. “Aquí no hay ni viento”, comenta con orgullo, señalando el entorno natural que define a Argoños. “Es un municipio tranquilo, sin industria, sin ruido, donde la gente vive con su coche al lado y su jardín propio”.

Pero esa paz se ve interrumpida por un asunto que lleva 25 años sin resolverse: el derribo de viviendas construidas en suelo protegido. “Es una lacra que arrastramos desde hace mucho. Hemos intentado legalizarlo, pero no ha podido ser. Ahora estamos en la fase de comprar terrenos para reubicar a los afectados”, explica el alcalde.

La sentencia afecta a 254 viviendas, de las cuales 120 ya tienen orden firme de demolición. “Estamos buscando parcelas grandes, en el centro del municipio, para evitar conflictos entre vecinos. No puede ser que unos estén en el centro y otros en las afueras”, advierte Barruetabeña.

El proceso, sin embargo, está lleno de obstáculos. “La burocracia es desesperante. Desde que se inicia un trámite hasta que se ejecuta pueden pasar meses. No me gusta dar fechas, pero espero que a finales de octubre podamos tener ya las parcelas adquiridas por el Gobierno de Cantabria”.

En la urbanización La Llana, epicentro del conflicto, nos reciben Ciriaco García y Juan Antonio Viota, miembros de la Asociación de Maltratados por la Administración. Ambos viven en viviendas sentenciadas a derribo y denuncian el abandono institucional que han sufrido durante el inicio de este proces.

“La noticia -hace ya 25 años- la recibimos por los medios. Nadie nos dijo nada. Compramos sobre plano, nos informamos en el Ayuntamiento, y el alcalde de entonces nos animó a comprar. A pesar de que ya había una denuncia de la asociación ecologista ARCA, nos dijeron que no habría problema. Caímos en la trampa”, relata Ciriaco.

Juan Antonio, jubilado desde hace 12 años, describe su vivienda como un refugio. “Es una enorme satisfacción vivir aquí. Mi hija me lo dejó claro: ‘Aita, quiero casa’. Así que elegimos la opción de vivienda de sustitución”.

Ambos coinciden en que la información recibida ha sido escasa y las promesas, muchas. “Nos dijeron que en esta legislatura estaría todo en marcha, pero llevamos dos años y medio sin ver nada. No hay obras, no hay avances. Estamos esperando a ver por dónde empezamos, pero no vemos la luz al final del túnel”, lamenta Ciriaco.

El alcalde reconoce el desgaste emocional de los vecinos y el coste económico para el municipio. “El Ayuntamiento ha gastado un dineral en abogados, procuradores, planes generales… Si se derriban todas las viviendas, hablamos de 40 a 50 millones de euros. ¿Cómo va a devolver eso Argoños al Gobierno de Cantabria? Si no estamos al corriente de pago, se acabaron las ayudas y subvenciones. Argoños desaparecería”.

Además, la marcha de 250 familias supondría una reestructuración total de los servicios municipales. “El agua, el IBI, la basura… todo se paga en relación al número de viviendas. Si se van, ¿cómo nos reorganizamos? Por eso me alegra que muchos vecinos apuesten por quedarse en Argoños”.

Un municipio que quiere mirar al futuro

Pese a la situación, el alcalde se muestra optimista. “Vivimos un momento dulce en otros aspectos. Estamos construyendo un pabellón deportivo, algo que llevábamos años esperando. Tenemos mucha actividad deportiva, sobre todo en verano, con más de 600 niños. Pero no teníamos un pabellón digno. El Gobierno de Cantabria ha financiado el 100% de la obra, que costará 440.000 euros”.

Barrueta también destaca el valor turístico del municipio. “No podéis dejar de visitar La Traina, es espectacular. Y nuestros barrios antiguos, como Mariano Dancilo, que seguimos cuidando para mantener su identidad. Hacemos sendas para que la gente pueda subir al monte, venir a la orilla… El Gueras y Berria lo mantienen ellos, pero también es nuestro”.

Argoños vive entre dos realidades: la belleza de su entorno y el drama de un conflicto urbanístico que parece no tener fin. Mientras el Ayuntamiento y el Gobierno de Cantabria buscan soluciones, los vecinos afectados siguen esperando respuestas concretas. La reubicación de las familias, la adquisición de parcelas y la ejecución de obras son pasos necesarios para cerrar una herida que lleva abierta más de 25 años.

La historia de Argoños es también la historia de cómo la burocracia, la falta de planificación y la descoordinación institucional pueden marcar el destino de cientos de personas. Pero también es la historia de un pueblo que no se rinde, que apuesta por su gente y que quiere seguir siendo ese lugar tranquilo y hospitalario que enamora a quien lo visita.